Revista de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana.
S.A.S.H. N° 11. 1997
ABUSO Y EXPLOTACION SEXUAL INFANTIL.
SUS EFECTOS EN LA CONSTRUCCION DE LA IDENTIDAD
Lic. Virginia Martínez Verdier (*)
Lic. Gloria Alicia Fernández (*)
“Existen 105 millones de niños en las calles del
mundo, de los cuales el 50% están en América
Latina y el Caribe. Las economías de estos
países desprotegen en forma directa la salud,
las condiciones de vivienda y la educación, y
expulsan a los niños a la calle en búsqueda de
alimentos… este tipo de explotación expone a
las generaciones futuras.” UNICEF.
“Los niños de países pobres se encuentran en
peligro ya que las leyes existentes no valen y
nadie reclama sus derechos. El temor, el
silencio, la indolencia de los estados y el
mundo de los adultos no hacen más que permitir
que siga sucediendo. Los niños siguen esperando
un mundo mejor basado en la igualdad, la
comprensión y la solidaridad.” CONSEJO MUNDIAL
DE IGLESIAS. San Pablo. 1990.
Conceptualización teórica:
La identidad es una estructuración psicosocial que permite a las personas reconocerse como sí mismas. Es la capacidad de decir YO SOY. Se va construyendo a lo largo de la vida, acorde a la integración de las características básicas de la personalidad, las experiencias vitales, las relaciones vinculares fundamentales y las pautas culturales.
Los primeros años de vida dejan marcas indelebles en la constitución de una identidad sana o enferma, fuerte o débil, moral o amoral, equilibrada o no.
La sexualidad es una energía vital que nos transporta desde el nacimiento hasta la muerte; es parte de nuestra personalidad; es la calidad con que cada persona vive su condición de hombre o mujer en relación con los demás.
Nacemos sexuales y vamos aprendiendo a serlo a lo largo de la vida. En una misma persona coexisten diferentes vertientes sexuales (biológicas, psicológicas, sociales y culturales) que se integran en un todo particular y único.
El Proceso de sexuación es aquél por el cual un sujeto aprende a ser sexual. Su sexualidad se irá expresando de diversas maneras según el momento evolutivo y las experiencias presentes y pasadas. La identidad sexual continúa reafirmándose y reestructurándose a lo largo de toda la vida. Los cambios políticos, económicos y sociales, las modas sociales y las diversas crisis vitales individuales hacen entrar en conflicto al sujeto quien se replantea su postura ante la vida, sus valores y su sexualidad.
John Money le atribuye gran importancia a la asignación sexual que hace la familia y la sociedad y a la calidad de las vivencias sexuales infantiles para estructurar determinada identidad sexual en una persona. Amor, vínculos de amor, fantasías, fantasías sexuales, sensaciones genitales, patrones corporales de movimientos, esquema corporal, placer, caricia, deseo, hormonas, etc., pueden quedar armoniosamente ligados en un mapa del amor sin distorsiones, que será el eje central de la identidad de género y de la identidad adulta.
Así, la construcción del YO SOY MUJER, YO SOY VARON y el particular modo de sentirse mujer y varón, va a depender y a ser directamente ese puré‚ 100% biología y 100% cultura que es el Mapa del amor.
John Money desde hace 40 años se dedica a profundizar cómo se constituye la identidad sexual. Parte del estudio de variantes sexuales no habituales, y hace hincapié‚ en el papel que juega la cultura durante los primeros 8 años de vida en la constitución de una identidad equilibrada o no, normofílica o parafílica (normal o perversa).
Define el Mapa de amor como un esquema mental que construye cada persona y que indica cómo deben ser sus vínculos de amor idealizados y cuáles las modalidades sensoriales y amatorias satisfactorias para ese sujeto.
Cómo es el Mapa del amor de un explotador de niños?
Cómo es el Mapa del amor de alguien que obtiene placer sexual en la prostitución infantil?
Cómo se arma el Mapa del amor de un niño o una niña víctima de abuso y explotación sexual?
El Mapa de amor vandalizado:
Las parafilias son variantes sexuales en las cuales el individuo necesita de manera imperiosa y exclusiva realizar una conducta determinada para cumplir con una respuesta sexual satisfactoria. Estas variantes pueden ser sociales o asociales, inocuas para el sujeto o los demás o perjudiciales para sí mismo o los otros.
La parafilia no es una degeneración en el sentido de que el sujeto va degenerándose paulatinamente. Es efecto de un modelo mental o mapa del amor -construído durante la infancia- que en respuesta a la negligencia, supresión o traumatización de sus formaciones normales se ha desarrollado con distorsiones. De otra manera no se hubiera vandalizado. Por ello es que son muy difíciles de modificar.
La parafilia tiene una doble existencia, una como fantasía y otra como fantasía llevada a la práctica; en este último caso se hace manifiesta la posibilidad de daño hacia sí mismo o hacia los otros, ya que se expresa como una compulsión a la cual el sujeto no puede dejar de obedecer.
El sujeto parafílico es víctima de un mapa de amor vandalizado. Como tal puede actuar como sometido o como sometedor para llevar a cabo su compulsión.
En este sentido, el explotador de un niño pasa a formar parte del mapa de amor de ese niño, quien podrá convertirse en un adicto al abuso, buscando volver a ser abusado. Esta incorporación no se espera en la construcción de un mapa normal. Se construye un mapa inadaptado, rediseñado en el que se disocian los afectos de las conductas. El victimario busca satisfacer ambos aspectos separadamente.
Los medios de comunicación informan acerca de personas de buen nivel adquisitivo y muchas veces con familias bien organizadas que concurren compulsivamente a comprar sexo juvenil o infantil. Se hace indispensable la complicidad -implícita o explícita- de otros, para llevarlo a cabo; pueden ser los propios familiares (generalmente observado en los casos de abuso sexual) o los diferentes roles que se desempeñan dentro de la cadena de comercialización sexual. Lo furtivo, lo tortuoso y el engaño forman parte indispensable de este proceso.
Se complica aún más cuando las víctimas son sometidas a través del lavado de cerebro, por lo cual pasan a considerar normal aquello que el explotador quiere imponer. Pensemos en los conocidos casos de sectas o megalómanos religiosos.
Desde la patología, el sujeto parafílico “triunfa” al invertir la tragedia del trauma vivido en un aspecto necesario y placentero para vivir. A través del aprendizaje por oposición se vuelve positivamente adicto a lo que inicialmente le fue adverso.
La comprensión de que los sujetos abusadores y explotadores sexuales son víctimas de una patología en sus mapas del amor, no los libera de responsabilidad social y legal, ya que son concientes de los efectos dañinos que sus conductas producen.
Abuso y explotación sexual. Una realidad:
En la vida de un individuo el episodio en el que ocurre la agresión sexual no es un hecho aislado, sin significado ni repercusión. Es la culminación de un conjunto de situaciones individuales, familiares y sociales concatenadas, que a su vez son el inicio de un proceso de victimización y de crisis en el grupo familiar.
En la sociedad se manifiestan formas sutiles y explícitas de explotación y violencia como formas de dominación. La explotación de menores con el propósito de la pornografía y la prostitución infantil se ha transformado en moda vinculada al turismo sexual. En prostitución infantil el mercado abarca la producción de videos, fotos, la venta de niños y turismo sexual de características furtivas.
La costosa publicidad en la que se ofrece turismo de prostitución infantil muestra distintos repertorios sadomasoquistas: esclavitud, castigo y mutilación aplicados a los genitales u otras partes del cuerpo. La premisa de la relación sadomasoquista es la distribución desigual del poder y la autoridad.
Cualquier forma de violencia amenaza al ser humano y se convierte en una violación física o psicológica limitándolo para hacer elecciones en libertad. El alquiler y “uso” de bebés y niños para la mendicidad, los golpes, el abuso, la violación y el hostigamiento sexual son formas específicas de explotación. Estas inducen a convertir en aceptables y naturales esas conductas, habilitando a otras más graves y a la futura posibilidad adulta de actuarlas en el rol de victimario.
Este tipo de agresión atenta contra la libertad y la dignidad personal, genera una compleja gama de trastornos en la integridad de la víctima y su entorno. Durante la agresión sexual, violenta y humillante, la víctima sufre la pérdida de su autonomía, control y autoestima, experimentando una enorme sensación de impotencia y desamparo.
El Diagnóstico Nacional de los Menores en Situación Extraordinaria (realizado por el Sistema Nacional Mexicano para el Desarrollo Integral de la Familia y la UNICEF) indica que entre las principales causas por las que los menores se encuentran en la calle están las de evitar el maltrato (36,3%) y la no atención de los padres (31,7%).
El mismo documento señala que existe una menor representación en la calle de niñas que de niños. Esto podría explicarse porque son más protegidas, o porque sus actividades fuera de la casa son más encubiertas (prestación de servicios personales, prostitución, etc.). En la calle están más expuestas a tener una maternidad prematura, al abandono, el abuso, la agresión y la prostitución.
El depredador (*) recluta víctimas desprevenidas a través de la fuerza, la usurpación, compra o alquiler. Entendemos que cuando los adultos consienten entre sí determinadas conductas sexuales, éstas son atribuibles a la libertad de elección de cada persona. En los casos de abuso y explotación sexual, el otro no consiente, es obligado o amenazado. En el caso de niños, aunque ellos puedan no manifestar claramente su oposición, se considera que por su edad y por estar en una relación de poder, ellos no pueden decidir por sí mismos.
En el comercio de servicios sexuales, el dinero ocupa un lugar fundamental. Para el comprador, sin dinero el placer es imposible. Algunos explotados sexuales son vendidos o ubicados como “aprendices” porque ni ellos ni sus familias disponen de ninguna otra fuente de ingresos. Otros son reclutados, seducidos bajo la promesa de mucho dinero. Otros son empujados por su propia patología en su mapa del amor.
Aún cuando el comercio internacional de personas para la explotación sexual pueda ser visto como un pingue negocio, incluye en sus diferentes roles profundas patologías.
Efectos del abuso y la explotación sexual en la niñez y en la vida adulta:
Las víctimas del abuso sexual además de sufrir alteraciones inmediatas físicas y psicológicas, van presentando a lo largo de su vida, otros tipos de consecuencias (ansiedad, depresión, problemas en las relaciones interpersonales, adicciones, perturbaciones sexuales, ideas suicidas).
Los sujetos abusados o explotados sexualmente durante su infancia, en su adultez tienden a repetir la situación traumática asumiendo una actitud activa/sometedora de nuevas víctimas o pasiva perpetuando el sometimiento. Generalmente los niños sometidos someterán de adultos, las niñas cuando sean mujeres tenderán a un rol pasivo.
Durante la infancia las consecuencias inmediatas a la situación de abuso varían de acuerdo a las circunstancia que lo rodearon y a su intensidad. Pueden observarse en los niños diversas conductas alteradas: bajo rendimiento escolar, miedo a ser nuevamente agredido, otros miedos, agresividad, demandas de afecto, aislamiento, regresiones conductuales, enuresis, coraje contra el agresor, desprendimiento del grupo familiar, entre otras.
Este proceso de cambios de conducta empieza cuando las personas, impotentes e indefensas, son explotadas, generándose un patrón de repetición cuando se es adulto.
En un informe oficial de la Secretaría de Estado de Salud y Servicios Sociales de Estados Unidos (1985) se señalaba que una de cada 4 o 5 niñas y uno de cada 9 o 10 niños sufren algún tipo de abuso sexual antes de los 18 años de edad. En la mayor parte de los casos los abusos proceden de familiares, vecinos o amigos de la familia.
Son enormes las secuelas psíquicas que dejan los abusos sexuales en la infancia, especialmente en los casos de personas conocidas. Generalmente la víctima carga con el secreto así como con el miedo, la vergüenza y la culpa, sentimientos que trasladarán a todas sus relaciones afectivas.
Según estudios realizados en Estados Unidos, entre un 22 y un 44% de mujeres internadas en Clínicas psiquiátricas con trastornos esquizo-afectivos y personalidad borderlaine habían padecido abuso sexual en su infancia. Así mismo, en los casos de personalidad múltiple el porcentaje oscilaba entre un 70 y 90%. Según un estudio realizado en Rosario en 1988 el 70% de las prostitutas había sufrido abuso sexual infantil, muchas habían abandonado sus hogares siendo muy pequeñas.
Las víctimas del comercio humano internacional sistemático sufren desaparición, pérdida y falsificación de identidad, esclavitud y seguramente muerte.
A partir del relato de las pocas personas rescatadas del tráfico internacional podemos saber que sufrieron la pérdida del origen biológico, familiar, psicológico, cultural, ambiental y geográfico.
Las víctimas pierden el sentido de su valor como persona al ser tratados como objeto por los depredadores. Su familia sufre mutilación y desorganización de su proyecto futuro.
Los niños pierden autonomía sobre su propio cuerpo que pasa a ser un objeto de uso de otros, por tortura física, corporal y moral.
Pierden precozmente la infancia. El nivel de devastación es similar al de la guerra. Se los despoja de su historia cambiándola por otra que justifique la relación de dominación; esto genera una base de barro para la autoestima y por ende para la identidad.
Según la edad de la sustracción, la memoria puede no existir o estar despedazada y fragmentada por un sistemático borramiento de la memoria, la manipulación premeditada de su mente, el aislamiento efectivo de otras personas aún dentro de esa “cárcel” y la inexistencia de referentes sanos de identificacion.
(*) Depredación: pillaje, saqueo con violencia, devastación, malversación con abuso de autoridad o confianza.
Depredador: dícese del animal que caza y devora a piezas vivas. Larousse. Diccionario Enciclopédico. 1995.
Vandalización e identidad:
· Los niños necesitan reafirmarse en su YO SOY desde pequeños con el fin de que a lo largo de su vida puedan recuperar el equilibrio perdido ante toda crisis, con el menor sufrimiento psíquico posible.
· La negligencia y/o depredación de los adultos puede vandalizar el diseño sano del mapa del amor, a través del abuso disciplinario, abuso físico, abuso sexual y catalogaciones arbitrarias.
· Las diversas formas de maltrato dejan secuelas en la identidad eroto-sexual, especialmente la violencia que estigmatiza y discrimina diferencias y discapacidades.
· Cuando los juegos eroto-sexuales se dan en edades similares (infantes entre sí, púberes entre sí), se trata de individuos cuyos mapas se desarrollan sincrónicamente. En cambio, cuando estos juegos se realizan entre sujetos cuya diferencia de edad supera los 4 años, el riesgo de vandalización de los mapas del amor es muy alto; y más grave aún cuando se realiza en una relación de dominación.
· Grandes traumas eroto-sexuales pueden desorganizar la consolidación del mapa del amor. A menor edad de producido, a mayor intensidad del daño, mayor es la vandalización.
· Si el daño es vandálico, las lesiones en el mapa del amor generarán diversas formas de parafilias (sadomasoquismo, paidofilia, depredación, etc.), con un alto grado de sufrimiento psíquico en el sujeto. Algunas formas de parafilia conllevan riesgo social.
· El daño en la identidad sexual vincular de quien fue víctima de niño, genera daños en la identidad sexual vincular de aquellas personas sobre quienes descarga su escena de violencia adulta.
Conclusiones:
Consideramos necesario:
* Que los Programas de asistencia por violencia familiar se dediquen profundamente a la reconstrucción de la identidad sexual y vincular de quienes fueron víctimas. También a la recuperación de los victimarios para romper la interminable cadena de violencia.
* Estimular la revisión y modificación de las actitudes de indiferencia y ceguera de los adultos y promover la solidaridad social hacia los niños marginados.
* Garantizar el derecho de los niños a su identidad eroto-sexual propia, armónica y personal.
* Ejecutar Programas de Educación Sexual para profesionales, docentes y operadores sociales que permitan una mejor formación para la prevención y recuperación de personas en riesgo de victimización sexual.
Bibliografía:
* Boschi, Isabel. Contextos tempranos y conductas parafílicas. Panel. 1er. Congreso
* Mundial de Sexología. Amsterdam. 1991.
* Consejo Nacional de Población. Antología de la Sexualidad Humana. Ed. M.A.
* Porrua. México. 1994.
* Fernández, Gloria y Martínez Verdier, Virginia. El derecho de los niños a su identidad
* sexual. Monografía. Consejo Nacional del Menor y la Familia. 1995.
* Money, John. Loves Maps. Irvingington Publishers, Inc. N.York.
* Reinisch, June. Nuevo Informe Kinsey. Ed. Paidós. Bs.As. 1992.
* Videla, Mirta. La historia de Juan. Ed. Cinco. Bs.As. 1995.
RELATORAS:
Lic. Virginia Martínez Verdier:
Pringles 392 - (1183) Bs.As.
Telfax. 981-1492
Lic. en Psicología. U.B.A. 1977.
Especialista en Sexología Clínica y en Educación sexual.
Psicoterapeuta de adolescentes jóvenes, adultos y parejas.
Institución: Consejo Nacional del Menor y la Famnilia.
Lic. Gloria Fernández:
De María 4675 - (1425) Bs.As.
Tel. 775-3554
Lic. en Psicología. U.C.A. 1979.
Especialista en Sexología Clínica y en Educación Sexual.
Psicoterapia de adultos, parejas, drogadendencia. Psicología laboral.
Institución: Consejo Nacional del Menor y la Familia.
Requerimientos técnicos: Retroproyector.
S.A.S.H. N° 11. 1997
ABUSO Y EXPLOTACION SEXUAL INFANTIL.
SUS EFECTOS EN LA CONSTRUCCION DE LA IDENTIDAD
Lic. Virginia Martínez Verdier (*)
Lic. Gloria Alicia Fernández (*)
“Existen 105 millones de niños en las calles del
mundo, de los cuales el 50% están en América
Latina y el Caribe. Las economías de estos
países desprotegen en forma directa la salud,
las condiciones de vivienda y la educación, y
expulsan a los niños a la calle en búsqueda de
alimentos… este tipo de explotación expone a
las generaciones futuras.” UNICEF.
“Los niños de países pobres se encuentran en
peligro ya que las leyes existentes no valen y
nadie reclama sus derechos. El temor, el
silencio, la indolencia de los estados y el
mundo de los adultos no hacen más que permitir
que siga sucediendo. Los niños siguen esperando
un mundo mejor basado en la igualdad, la
comprensión y la solidaridad.” CONSEJO MUNDIAL
DE IGLESIAS. San Pablo. 1990.
Conceptualización teórica:
La identidad es una estructuración psicosocial que permite a las personas reconocerse como sí mismas. Es la capacidad de decir YO SOY. Se va construyendo a lo largo de la vida, acorde a la integración de las características básicas de la personalidad, las experiencias vitales, las relaciones vinculares fundamentales y las pautas culturales.
Los primeros años de vida dejan marcas indelebles en la constitución de una identidad sana o enferma, fuerte o débil, moral o amoral, equilibrada o no.
La sexualidad es una energía vital que nos transporta desde el nacimiento hasta la muerte; es parte de nuestra personalidad; es la calidad con que cada persona vive su condición de hombre o mujer en relación con los demás.
Nacemos sexuales y vamos aprendiendo a serlo a lo largo de la vida. En una misma persona coexisten diferentes vertientes sexuales (biológicas, psicológicas, sociales y culturales) que se integran en un todo particular y único.
El Proceso de sexuación es aquél por el cual un sujeto aprende a ser sexual. Su sexualidad se irá expresando de diversas maneras según el momento evolutivo y las experiencias presentes y pasadas. La identidad sexual continúa reafirmándose y reestructurándose a lo largo de toda la vida. Los cambios políticos, económicos y sociales, las modas sociales y las diversas crisis vitales individuales hacen entrar en conflicto al sujeto quien se replantea su postura ante la vida, sus valores y su sexualidad.
John Money le atribuye gran importancia a la asignación sexual que hace la familia y la sociedad y a la calidad de las vivencias sexuales infantiles para estructurar determinada identidad sexual en una persona. Amor, vínculos de amor, fantasías, fantasías sexuales, sensaciones genitales, patrones corporales de movimientos, esquema corporal, placer, caricia, deseo, hormonas, etc., pueden quedar armoniosamente ligados en un mapa del amor sin distorsiones, que será el eje central de la identidad de género y de la identidad adulta.
Así, la construcción del YO SOY MUJER, YO SOY VARON y el particular modo de sentirse mujer y varón, va a depender y a ser directamente ese puré‚ 100% biología y 100% cultura que es el Mapa del amor.
John Money desde hace 40 años se dedica a profundizar cómo se constituye la identidad sexual. Parte del estudio de variantes sexuales no habituales, y hace hincapié‚ en el papel que juega la cultura durante los primeros 8 años de vida en la constitución de una identidad equilibrada o no, normofílica o parafílica (normal o perversa).
Define el Mapa de amor como un esquema mental que construye cada persona y que indica cómo deben ser sus vínculos de amor idealizados y cuáles las modalidades sensoriales y amatorias satisfactorias para ese sujeto.
Cómo es el Mapa del amor de un explotador de niños?
Cómo es el Mapa del amor de alguien que obtiene placer sexual en la prostitución infantil?
Cómo se arma el Mapa del amor de un niño o una niña víctima de abuso y explotación sexual?
El Mapa de amor vandalizado:
Las parafilias son variantes sexuales en las cuales el individuo necesita de manera imperiosa y exclusiva realizar una conducta determinada para cumplir con una respuesta sexual satisfactoria. Estas variantes pueden ser sociales o asociales, inocuas para el sujeto o los demás o perjudiciales para sí mismo o los otros.
La parafilia no es una degeneración en el sentido de que el sujeto va degenerándose paulatinamente. Es efecto de un modelo mental o mapa del amor -construído durante la infancia- que en respuesta a la negligencia, supresión o traumatización de sus formaciones normales se ha desarrollado con distorsiones. De otra manera no se hubiera vandalizado. Por ello es que son muy difíciles de modificar.
La parafilia tiene una doble existencia, una como fantasía y otra como fantasía llevada a la práctica; en este último caso se hace manifiesta la posibilidad de daño hacia sí mismo o hacia los otros, ya que se expresa como una compulsión a la cual el sujeto no puede dejar de obedecer.
El sujeto parafílico es víctima de un mapa de amor vandalizado. Como tal puede actuar como sometido o como sometedor para llevar a cabo su compulsión.
En este sentido, el explotador de un niño pasa a formar parte del mapa de amor de ese niño, quien podrá convertirse en un adicto al abuso, buscando volver a ser abusado. Esta incorporación no se espera en la construcción de un mapa normal. Se construye un mapa inadaptado, rediseñado en el que se disocian los afectos de las conductas. El victimario busca satisfacer ambos aspectos separadamente.
Los medios de comunicación informan acerca de personas de buen nivel adquisitivo y muchas veces con familias bien organizadas que concurren compulsivamente a comprar sexo juvenil o infantil. Se hace indispensable la complicidad -implícita o explícita- de otros, para llevarlo a cabo; pueden ser los propios familiares (generalmente observado en los casos de abuso sexual) o los diferentes roles que se desempeñan dentro de la cadena de comercialización sexual. Lo furtivo, lo tortuoso y el engaño forman parte indispensable de este proceso.
Se complica aún más cuando las víctimas son sometidas a través del lavado de cerebro, por lo cual pasan a considerar normal aquello que el explotador quiere imponer. Pensemos en los conocidos casos de sectas o megalómanos religiosos.
Desde la patología, el sujeto parafílico “triunfa” al invertir la tragedia del trauma vivido en un aspecto necesario y placentero para vivir. A través del aprendizaje por oposición se vuelve positivamente adicto a lo que inicialmente le fue adverso.
La comprensión de que los sujetos abusadores y explotadores sexuales son víctimas de una patología en sus mapas del amor, no los libera de responsabilidad social y legal, ya que son concientes de los efectos dañinos que sus conductas producen.
Abuso y explotación sexual. Una realidad:
En la vida de un individuo el episodio en el que ocurre la agresión sexual no es un hecho aislado, sin significado ni repercusión. Es la culminación de un conjunto de situaciones individuales, familiares y sociales concatenadas, que a su vez son el inicio de un proceso de victimización y de crisis en el grupo familiar.
En la sociedad se manifiestan formas sutiles y explícitas de explotación y violencia como formas de dominación. La explotación de menores con el propósito de la pornografía y la prostitución infantil se ha transformado en moda vinculada al turismo sexual. En prostitución infantil el mercado abarca la producción de videos, fotos, la venta de niños y turismo sexual de características furtivas.
La costosa publicidad en la que se ofrece turismo de prostitución infantil muestra distintos repertorios sadomasoquistas: esclavitud, castigo y mutilación aplicados a los genitales u otras partes del cuerpo. La premisa de la relación sadomasoquista es la distribución desigual del poder y la autoridad.
Cualquier forma de violencia amenaza al ser humano y se convierte en una violación física o psicológica limitándolo para hacer elecciones en libertad. El alquiler y “uso” de bebés y niños para la mendicidad, los golpes, el abuso, la violación y el hostigamiento sexual son formas específicas de explotación. Estas inducen a convertir en aceptables y naturales esas conductas, habilitando a otras más graves y a la futura posibilidad adulta de actuarlas en el rol de victimario.
Este tipo de agresión atenta contra la libertad y la dignidad personal, genera una compleja gama de trastornos en la integridad de la víctima y su entorno. Durante la agresión sexual, violenta y humillante, la víctima sufre la pérdida de su autonomía, control y autoestima, experimentando una enorme sensación de impotencia y desamparo.
El Diagnóstico Nacional de los Menores en Situación Extraordinaria (realizado por el Sistema Nacional Mexicano para el Desarrollo Integral de la Familia y la UNICEF) indica que entre las principales causas por las que los menores se encuentran en la calle están las de evitar el maltrato (36,3%) y la no atención de los padres (31,7%).
El mismo documento señala que existe una menor representación en la calle de niñas que de niños. Esto podría explicarse porque son más protegidas, o porque sus actividades fuera de la casa son más encubiertas (prestación de servicios personales, prostitución, etc.). En la calle están más expuestas a tener una maternidad prematura, al abandono, el abuso, la agresión y la prostitución.
El depredador (*) recluta víctimas desprevenidas a través de la fuerza, la usurpación, compra o alquiler. Entendemos que cuando los adultos consienten entre sí determinadas conductas sexuales, éstas son atribuibles a la libertad de elección de cada persona. En los casos de abuso y explotación sexual, el otro no consiente, es obligado o amenazado. En el caso de niños, aunque ellos puedan no manifestar claramente su oposición, se considera que por su edad y por estar en una relación de poder, ellos no pueden decidir por sí mismos.
En el comercio de servicios sexuales, el dinero ocupa un lugar fundamental. Para el comprador, sin dinero el placer es imposible. Algunos explotados sexuales son vendidos o ubicados como “aprendices” porque ni ellos ni sus familias disponen de ninguna otra fuente de ingresos. Otros son reclutados, seducidos bajo la promesa de mucho dinero. Otros son empujados por su propia patología en su mapa del amor.
Aún cuando el comercio internacional de personas para la explotación sexual pueda ser visto como un pingue negocio, incluye en sus diferentes roles profundas patologías.
Efectos del abuso y la explotación sexual en la niñez y en la vida adulta:
Las víctimas del abuso sexual además de sufrir alteraciones inmediatas físicas y psicológicas, van presentando a lo largo de su vida, otros tipos de consecuencias (ansiedad, depresión, problemas en las relaciones interpersonales, adicciones, perturbaciones sexuales, ideas suicidas).
Los sujetos abusados o explotados sexualmente durante su infancia, en su adultez tienden a repetir la situación traumática asumiendo una actitud activa/sometedora de nuevas víctimas o pasiva perpetuando el sometimiento. Generalmente los niños sometidos someterán de adultos, las niñas cuando sean mujeres tenderán a un rol pasivo.
Durante la infancia las consecuencias inmediatas a la situación de abuso varían de acuerdo a las circunstancia que lo rodearon y a su intensidad. Pueden observarse en los niños diversas conductas alteradas: bajo rendimiento escolar, miedo a ser nuevamente agredido, otros miedos, agresividad, demandas de afecto, aislamiento, regresiones conductuales, enuresis, coraje contra el agresor, desprendimiento del grupo familiar, entre otras.
Este proceso de cambios de conducta empieza cuando las personas, impotentes e indefensas, son explotadas, generándose un patrón de repetición cuando se es adulto.
En un informe oficial de la Secretaría de Estado de Salud y Servicios Sociales de Estados Unidos (1985) se señalaba que una de cada 4 o 5 niñas y uno de cada 9 o 10 niños sufren algún tipo de abuso sexual antes de los 18 años de edad. En la mayor parte de los casos los abusos proceden de familiares, vecinos o amigos de la familia.
Son enormes las secuelas psíquicas que dejan los abusos sexuales en la infancia, especialmente en los casos de personas conocidas. Generalmente la víctima carga con el secreto así como con el miedo, la vergüenza y la culpa, sentimientos que trasladarán a todas sus relaciones afectivas.
Según estudios realizados en Estados Unidos, entre un 22 y un 44% de mujeres internadas en Clínicas psiquiátricas con trastornos esquizo-afectivos y personalidad borderlaine habían padecido abuso sexual en su infancia. Así mismo, en los casos de personalidad múltiple el porcentaje oscilaba entre un 70 y 90%. Según un estudio realizado en Rosario en 1988 el 70% de las prostitutas había sufrido abuso sexual infantil, muchas habían abandonado sus hogares siendo muy pequeñas.
Las víctimas del comercio humano internacional sistemático sufren desaparición, pérdida y falsificación de identidad, esclavitud y seguramente muerte.
A partir del relato de las pocas personas rescatadas del tráfico internacional podemos saber que sufrieron la pérdida del origen biológico, familiar, psicológico, cultural, ambiental y geográfico.
Las víctimas pierden el sentido de su valor como persona al ser tratados como objeto por los depredadores. Su familia sufre mutilación y desorganización de su proyecto futuro.
Los niños pierden autonomía sobre su propio cuerpo que pasa a ser un objeto de uso de otros, por tortura física, corporal y moral.
Pierden precozmente la infancia. El nivel de devastación es similar al de la guerra. Se los despoja de su historia cambiándola por otra que justifique la relación de dominación; esto genera una base de barro para la autoestima y por ende para la identidad.
Según la edad de la sustracción, la memoria puede no existir o estar despedazada y fragmentada por un sistemático borramiento de la memoria, la manipulación premeditada de su mente, el aislamiento efectivo de otras personas aún dentro de esa “cárcel” y la inexistencia de referentes sanos de identificacion.
(*) Depredación: pillaje, saqueo con violencia, devastación, malversación con abuso de autoridad o confianza.
Depredador: dícese del animal que caza y devora a piezas vivas. Larousse. Diccionario Enciclopédico. 1995.
Vandalización e identidad:
· Los niños necesitan reafirmarse en su YO SOY desde pequeños con el fin de que a lo largo de su vida puedan recuperar el equilibrio perdido ante toda crisis, con el menor sufrimiento psíquico posible.
· La negligencia y/o depredación de los adultos puede vandalizar el diseño sano del mapa del amor, a través del abuso disciplinario, abuso físico, abuso sexual y catalogaciones arbitrarias.
· Las diversas formas de maltrato dejan secuelas en la identidad eroto-sexual, especialmente la violencia que estigmatiza y discrimina diferencias y discapacidades.
· Cuando los juegos eroto-sexuales se dan en edades similares (infantes entre sí, púberes entre sí), se trata de individuos cuyos mapas se desarrollan sincrónicamente. En cambio, cuando estos juegos se realizan entre sujetos cuya diferencia de edad supera los 4 años, el riesgo de vandalización de los mapas del amor es muy alto; y más grave aún cuando se realiza en una relación de dominación.
· Grandes traumas eroto-sexuales pueden desorganizar la consolidación del mapa del amor. A menor edad de producido, a mayor intensidad del daño, mayor es la vandalización.
· Si el daño es vandálico, las lesiones en el mapa del amor generarán diversas formas de parafilias (sadomasoquismo, paidofilia, depredación, etc.), con un alto grado de sufrimiento psíquico en el sujeto. Algunas formas de parafilia conllevan riesgo social.
· El daño en la identidad sexual vincular de quien fue víctima de niño, genera daños en la identidad sexual vincular de aquellas personas sobre quienes descarga su escena de violencia adulta.
Conclusiones:
Consideramos necesario:
* Que los Programas de asistencia por violencia familiar se dediquen profundamente a la reconstrucción de la identidad sexual y vincular de quienes fueron víctimas. También a la recuperación de los victimarios para romper la interminable cadena de violencia.
* Estimular la revisión y modificación de las actitudes de indiferencia y ceguera de los adultos y promover la solidaridad social hacia los niños marginados.
* Garantizar el derecho de los niños a su identidad eroto-sexual propia, armónica y personal.
* Ejecutar Programas de Educación Sexual para profesionales, docentes y operadores sociales que permitan una mejor formación para la prevención y recuperación de personas en riesgo de victimización sexual.
Bibliografía:
* Boschi, Isabel. Contextos tempranos y conductas parafílicas. Panel. 1er. Congreso
* Mundial de Sexología. Amsterdam. 1991.
* Consejo Nacional de Población. Antología de la Sexualidad Humana. Ed. M.A.
* Porrua. México. 1994.
* Fernández, Gloria y Martínez Verdier, Virginia. El derecho de los niños a su identidad
* sexual. Monografía. Consejo Nacional del Menor y la Familia. 1995.
* Money, John. Loves Maps. Irvingington Publishers, Inc. N.York.
* Reinisch, June. Nuevo Informe Kinsey. Ed. Paidós. Bs.As. 1992.
* Videla, Mirta. La historia de Juan. Ed. Cinco. Bs.As. 1995.
RELATORAS:
Lic. Virginia Martínez Verdier:
Pringles 392 - (1183) Bs.As.
Telfax. 981-1492
Lic. en Psicología. U.B.A. 1977.
Especialista en Sexología Clínica y en Educación sexual.
Psicoterapeuta de adolescentes jóvenes, adultos y parejas.
Institución: Consejo Nacional del Menor y la Famnilia.
Lic. Gloria Fernández:
De María 4675 - (1425) Bs.As.
Tel. 775-3554
Lic. en Psicología. U.C.A. 1979.
Especialista en Sexología Clínica y en Educación Sexual.
Psicoterapia de adultos, parejas, drogadendencia. Psicología laboral.
Institución: Consejo Nacional del Menor y la Familia.
Requerimientos técnicos: Retroproyector.