EL PROCESO DE HACERNOS SEXUALES
Publicado como Dossier en la revista Ser y Expresar
Marzo 1997
Lic. Virginia Martínez Verdier (*)
1.- INTRODUCCION:
La Organización Mundial de la Salud considera a la SALUD SEXUAL como “la integración de aspectos somáticos, afectivos e intelectuales del ser sexuado, de tal modo que de ella derive el enriquecimiento y el desarrollo de la persona humana, la comunicación y el amor.”
Todos somos sexuados; somos varones o mujeres según nuestros cromosomas sean XY o XX respectivamente. (Esto es así en la mayoría de las personas, ya que pueden darse -excepcionalmente- situaciones particulares).
Cuando nacemos, ese sexo biológico nos es asignado -psicológica y socialmente- como masculino o femenino, y somos así criados acorde a circunstancias familiares, sociales y culturales. En ese sentido recordemos los escarpines rosas y las muñecas para las nenas y los escarpines celestes y los autitos para los varones, como el inicio de una larga lista de lo que se espera socialmente del desempeño de cada sexo. De esta manera iniciamos nuestro Proceso de sexuación o de “hacernos” sexuales; es decir, ir sintiéndonos varones o mujeres e ir aceptando plenamente nuestra identidad sexual.
La sexualidad es una energía vital que nos acompaña desde la concepción hasta muerte; es parte de nuestra personalidad; es la calidad con que cada persona vive su condición de hombre o mujer en relación con los demás. Cada uno de nosotros tenemos una manera particular de manifestar y vivir nuestra sexualidad.
La genitalidad, el placer obtenido por la estimulación de los genitales, forma parte de la sexualidad pero no la abarca totalmente.
A lo largo de la vida vamos aprendiendo a ser sexuales, y vamos expresando nuestra sexualidad de modos diferentes en cada momento evolutivo y en relación a lo ya vivido en otros momentos evolutivos. Es por esto que el modo de acercamiento a nuestros hijos o pareja manifiesta aspectos de nuestrasexualidad que comenzaron a gestarse en nuestra infancia.
A través de nuestra modalidad sexual manifestamos afecto, nos comunicamos, reafirmamos nuestra identidad y nuestra autoestima, pero también podemos manifestar frustraciones, angustias, luchas conyugales, agresión, venganzas, conveniencias económicas. La sexualidad es un motor de nuestras acciones, actitudes, sentimientos y de nuestros vínculos con los demás; por ello, saber sobre sexualidad es saber sobre nosotros mismos.
2.- CONCEPTOS GENERALES:
En una misma persona coexisten diferentes vertientes sexuales que se integran en un todo particular y único.
Es así que en el momento de la concepción de un sujeto podemos considerar la existencia de un sexo cromosómico o genético (XX determina sexo femenino y XY, masculino).
El sexo gonadal corresponde a los óvulos (mujer) y los espermatozoides (varón).
El sexo morfológico se refiere a las características que tienen los genitales externos femeninos y masculinos, así como las características sexuales secundarias de cada sexo.
El sexo psicológico está íntimamente relacionado con la identidad sexual.
El sexo legal es el que se atribuye en el momento del nacimiento y figura en los documentos del sujeto.
El sexo socio-cultural es el asignado por la familia y la cultura, en relación a los roles y comportamientos que deben cumplir los varones y las mujeres. Todas estas vertientes que se articulan en cada persona pueden coincidir entre sí o no; dependerá de diversas cuestiones hormonales durante el embarazo o el desarrollo postnatal y de la crianza recibida el que una persona pueda o no hacer coincidir plenamente su identidad sexual con cada una de esas vertientes.
La identidad es una estructuración psicosocial que permite a las personas reconocerse como sí mismas. Es la capacidad de decir YO SOY. Se va construyendo a lo largo de la vida, acorde a la integración de las características básicas de la personalidad, las experiencias vitales, las relaciones vinculares fundamentales y las pautas culturales.
Los primeros años de vida dejan marcas indelebles en la constitución de una identidad sana o enferma, fuerte o débil, equilibrada o no.
La identidad sexual forma parte de la identidad en general de una persona.
La identidad de género es aquella que se produce por la asignación social acorde al sexo biológico. Es lo que la sociedad espera de cada persona acorde a su sexo femenino o masculino.
La identidad de rol es la identidad que cada uno asume en función de su historia o su deseo, y puede coincidir o no con su identidad de género. Por ejemplo, una persona puede nacer y sentirse mujer, pero desear a otra mujer, o realizar actividades tradicionalmente esperadas de los hombres.
Ambas identidades (de género y de rol) forman las dos caras de una misma moneda: la identidad sexual.
Sigmund Freud estudió hace casi 100 años, la sexualidad infantil. Revolucionario para su época, declaró que los niños son sexuales y expresan su sexualidad de diversas maneras a lo largo de su infancia. Menciona así las zonas erógenas (boca, ano y genitales), las cuales son estimuladas por la energía sexual (libido), que evoluciona hacia la integración de una identidad sexual.
John Money desde hace 40 años se dedica a profundizar cómo se constituye la identidad sexual. Parte del estudio de variantes sexuales no habituales, y hace hincapié en el papel que juega la cultura durante los primeros 8 años de vida en la constitución de una identidad equilibrada o no, normal o perversa. Conceptualiza el Mapa de amor como un esquema mental que construye cada persona -durante sus primeros 8años de vida- y que indica cómo deben ser sus vínculos de amor, su amante idealizado y las modalidades sensoriales y amatorias satisfactorias para ese sujeto. Los juegos sexuales durante la infancia y los ensayos de cortejo promueven el desarrollo del esquema corporal y facilitan la afirmación de los mapas del amor. Nuestra sexualidad adulta estar regida por la constitución saludable o no de nuestro mapa de amor.
3.- EVOLUCION PSICOSEXUAL O PROCESO DE SEXUACION:
PRIMERA INFANCIA: 0 a 5 años.
Durante el primer año de vida, la sexualidad del niño se expresa fundamentalmente a través de la boca. A través del chupeteo en los primeros 6 meses y del morder en el segundo semestre, el bebé logra el reconocimiento de sensaciones placenteras y displacenteras así como el conocimiento del mundo externo. Con el cambio de los pañales y la limpieza de sus genitales el bebé reacciona con sonrisas y manifestaciones placenteras. Pronto llevará sus manos hacia ellos para repetir esas experiencias de placer. En el varón se hace más evidente ya que su pene responde biológicamente con una erección.
Aunque la boca es la zona erógena de utilización preponderante del bebé, también su piel cumple funciones fundamentales para la constitución de una personalidad sana. El contacto es una necesidad que permanece a lo largo de toda la vida; pero, durante el primer año permite la estructuración de la confianza básica como modelo vincular afectivo y sexual. Sabemos que la ausencia de contacto suficiente puede llevar a situaciones de inanición emocional.
La posibilidad de experimentar caricias y cuidados amorosos asegura al bebé que su cuerpo es valioso y digno de ser querido. Siendo el tacto un sentido básico en las relaciones sexuales, el tocar y ser tocado son experiencias imprescindibles en los primeros años de vida ya que dejan la impronta de las conductas futuras con respecto a la intimidad física y afectiva.
Durante el segundo y tercer año de vida la sexualidad infantil se expresa fundamentalmente a través de los esfínteres anales y uretrales. Los chicos lucharán activamente por controlar o no sus impulsos. Primeramente descubrirán el placer por expulsar y luego lo harán por retener.
Dada la cercanía de los esfínteres con los genitales, si los niños viven como sucia y desagradable esta zona, probablemente desplacen también esa vivencia hacia la sexualidad genital futura.
Igualmente durante este período, el movimiento muscular ocupa un lugar importante en la expresión de la sexualidad. El niño siente que puede comenzar a dominar su cuerpo, que puede independizarse del apoyo permanente del adulto, que ya no es un bebé. Esas vivencias, resultado de sus experiencias cotidianas, son altamente placenteras para él. Así mismo le permiten estructurar la confianza en sí mismo, en sus capacidades y su fortaleza.
En general podemos decir que un niño o niña a partir de los 2 o 3 años tiene ya establecida una primera identidad sexual, se reconoce como varón o mujer, aunque no tenga aún muy claro porqué.Desde su nacimiento, la cultura le ha mostrado que cada sexo utiliza diferentes elementos o actúa de diferentes maneras. Descubre sensaciones genitales en respuesta a presiones, compresiones, roces y contactos; aprende a jugar con sus sensaciones corporales, entre ellas el rítmico chupeteo del pulgar. Descubre partes de su cuerpo y sus genitales, así como sensaciones de placer y displacer que estructuran las bases de sus caminos sexuales adultos.
El control de los esfínteres obedece al mismo patrón de desarrollo muscular que el necesario para una adecuada respuesta sexual adulta.
Entre los 3 y 5 años el niño comienza a identificarse con su padre o madre y hace fuertes ensayos de coqueteo hacia uno de sus padres o niños del sexo opuesto. Comienzan los “noviazgos” vividos muy seriamente. Estos ensayos están modelados por lo que viven en su entorno familiar y ambiental (televisión, jardín de infantes, vínculos familiares). Es la etapa de la curiosidad y el juego sexual, toque y contacto de las zonas erógenas entre niños y niñas de la misma edad y aún del mismo sexo, así como juegan a montarse entre ellos realizando ritmos pélvicos.
El contacto corporal, el estímulo de toda la piel es buscado abiertamente por el niño. Caricias, mimos, cosquillas, abrazos son sumamente placenteros para él.
En este sentido, se torna habitual que insistan por todos los medios dormir en la cama de los padres y con los padres. Desde despertarse de noche, hacerse pis en su propia cama, enfermarse, o simplemente para mirar televisión, los chicos de esta edad intentan lograr su objetivo: el placer de sentir el contacto corporal.
Los genitales comienzan a ocupar un lugar preponderante; tanto el conocimiento de los propios (autoestimulación), como de los ajenos, para comparar las diferencias entre los sexos y entre los cuerpos de los chicos y de los adultos. Así mismo esa curiosidad sexual se extiende a la necesidad de investigar cómo se hace un bebé. En esta edad los niños manifiestan conductas exhibicionistas con sus actitudes sexuales, las muestran abiertamente. La exploración de sus genitales es la conducta más habitual de esta edad. Los genitales responden fisiológicamente congestionándose en las nenas y con erección peneana en los varones, ya que las caricias despiertan su excitación que es vivida por los niños con mucho placer; pero los niños de esta edad no le atribuyen a esta respuesta sexual la intencionalidad y el sentido que tendrá luego de la pubertad.
Los juegos exploratorios irán configurando su esquema corporal y su identidad sexual; que se desarrolle saludablemente o no dependerá de la actitud de los adultos hacia las manifestaciones sexuales de los niños.
SEGUNDA INFANCIA: 6 a 9 años.
Este período fue llamado por Freud “de Latencia” ya que el niño logra reprimir sus fuertes impulsos sexuales y los encamina hacia la posibilidad de aprendizaje y el desarrollo de la sociabilidad.
Sin embargo, la latencia pasa a ser en realidad la búsqueda de la intimidad a través del pudor. No quiere que lo vean cuando va al baño y quiere bañarse o cambiarse solo. Sus manifestaciones sexuales continúan pero a escondidas, ya no se exhibe públicamente como en los años anteriores. Las actividades compartidas con otros niños suelen realizarlas en estado de tensión, risas y bromas. Es la época de los secretos, los chistes “verdes”, las charlas con doble sentido. Es su manera de escapar a las normas fijadas por los adultos, y eso les da mucho placer.
Ya aprendieron que su ser varón o mujer es una condición permanente que depende de la biología y no de la ropa, los adornos o la profesión. A esta edad los varones tienen un papel sexual más estereotipado y rígido que las nenas; éstas aceptan mejor los juegos de los niños que viceversa. Comienzan a formarse los grupos con afinidades. La amistad entre ellos pasa a ocupar un lugar importante. Los adultos son dejados afuera.
La curiosidad continúa ocupando un lugar importante en la vida del niño de esta edad. El deseo de saber le permite aprender y conocer el mundo que lo rodea. En relación a la sexualidad, la actitud investigadora también es importante para conocerse a sí mismo, a su cuerpo, sus sensaciones e interesarse por conocer a los otros. Es un patrón de conducta que podrá repetirse en el futuro. Desean saber qué es la menstruación, cómo se tienen los hijos, qué es el embarazo, cómo es el parto y cómo fueron su embarazo y su parto.
Hacia los 8 años los compañeros de juego romántico suelen cohesionarse en una aventura amorosa como ensayos de una pareja, a veces estable, y a veces, como sucesivas parejitas. La fantasía de atracción erótica incide sobre la identidad: “Ella gusta de mí”, “Nadie gusta de mí,” “Todas gustan de él porque es lindo”, “Yo soy feo”, son experiencias infantiles que generan expectativas y sufrimientos.
La sociedad refuerza permanentemente los modelos que cada sexo debe seguir, a través de los padres, otros adultos, los compañeros y los medios de comunicación masivos.
Un entorno receptivo y permisivo puede ayudar a desarrollar una autoimagen y autoestima valoradas, estrategias y recursos personales y sociales. Un entorno prohibitivo y descalificador, puede fijar esas imágenes denigradas, inhibir la adquisición de recursos y empobrecer la autoestima.
PREADOLESCENCIA: 10 a 13 años.
Aclaración previa:
En el Proceso de sexuación interjuegan permanentemente instancias biológicas, psicológicas, sociales y culturales. En ese sentido, cuando describimos un período evolutivo lo estamos haciendo desde una media poblacional, social y cultural. Podemos generalizar, pero debemos poner cuidado cuando consideramos a sectores sociales que escapan a esa media.
En general, en los sectores populares se observa que las manifestaciones sexuales se adelantan en la edad, ya que ante la aparición de los cambios fisiológicos de la pubertad, los estímulos externos empujan hacia una actuación sexual más temprana.
En la infancia marginada, las etapas que habitualmente describimos se funden y confunden. La falta de red familiar, de personas significativas que ocupen los roles tradicionales que sostienen el crecimiento hacen que estos “niños adultos” adquieran rápidamente actitudes que los exponen a mayores riesgos: prostitución infantil, violencia, abusos, enfermedades transmisibles sexualmente.
En los sectores medios se produce una “moratoria psicosexual”, es decir, que aunque un sujeto de 11/12 años esté fisiológicamente maduro, su maduración psicosexual se completará a los 18/20 años, y por lo tanto actuará en consecuencia con esa última edad.
Definiendo términos:
La pubertad se refiere al período en que se manifiestan los cambios físicos de la maduración sexual (entre los 12 y 18 años aproximadamente).
La prepubertad se refiere al período inmediato anterior al desarrollo de los caracteres sexuales primarios y secundarios (10 y 12/13 años).
La adolescencia se refiere a los procesos psicológicos de adaptación.
La preadolescencia acompaña a la pubertad, pero puede prolongarse por mucho tiempo, independientemente de la progresión de la maduración física, por dificultades en la adaptació n a los cambios.
Características de la prepubertad y la pubertad:
Los cambios físicos van sucediéndose paulatinamente desde los 7 años de edad y se aceleran después de los 10/11 años (estirón).
El límite descriptivo entre la prepubertad y la pubertad es difuso en relación a las edades, ya que a una misma edad se observan desarrollos diferentes en los diferentes chicos. Así mismo el estirón se inicia más tempranamente en las mujeres, precediendo a la menarca.
El desarrollo genital se presenta con grandes variaciones en el tiempo, tanto en la edad de inicio como en su duración total. Esta última puede llevar entre dos años y medio y cuatro. Los caracteres sexuales primarios están determinados por influencia hormonal, fundamentalmente estrógenos en las mujeres y testosterona en los varones. En las mujeres acaece la menarca (primera menstruación), a partir de la cual comienzan a liberarse los óvulos y a producirse el desarrollo mamario.
En los varones comienzan las poluciones nocturnas; su inicio no siempre indica capacidad reproductiva, ya que puede haber una infertilidad relativa hasta los 15/6 años por no haberse completado aún la maduración adulta de la espermatogénesis.
Caracteres sexuales secundarios: en ambos sexos aumenta la estatura, la sudoración, crece el vello pubiano y axilar, y se redistribuye la grasa corporal en forma femenina (caderas) y masculina (aumento de la masa muscular). En los varones se producen modificaciones de la voz y comienza a crecer la barba.
Características de la preadolescencia:
El aumento cualitativo de los impulsos lleva a un resurgimiento de la pregenitalidad, produciéndose una regresión a las conductas habituales de los 2 o 3 años de vida (oposicionismo, rebeldía, terquedad, exhibicionismo, gusto por la suciedad y el desorden o su reacción opuesta, etc.). El chico de este período es más inaccesible y es más difícil de controlar.
Sobresale su preocupación por los órganos sexuales, su función, integridad y protección. En este período no se interesa aún por relacionar sus genitales con situaciones amorosas y su satisfacción.
Demuestran su curiosidad sexual a través de chistes, secretos y cuchicheos.
Es habitual el interés por coleccionar objetos o formar grupos.
Suelen aparecer síntomas transitorios como descarga de tensión: miedos, tics nerviosos, dolores de cabeza, de estómago, comerse las uñas, tartamudear, jugar con sus cabellos, tocar constantemente todas las cosas.
Progresivamente los chicos comienzan a probar nuevos comportamientos abandonando los de su niñez, por lo cual se manifiestan con inestabilidad en sus conductas y emociones, que variarán de un chico a otro y aún en un mismo chico.
La estimulación de los genitales es una actividad que se realiza naturalmente desde el nacimiento.Somos los adultos los que la significamos como positiva o negativa ante los niños. Durante este período los chicos la realizan en la intimidad, como modo de sentir placer, de canalizar ansiedades y de conocer su propio cuerpo; pero la masturbación no alcanza aún la imperiosidad de la adolescencia.
Los varones se relacionan casi exclusivamente con compañeros del mismo sexo. Son agresivos con las mujeres de su edad, las atacan, tratan de evitarlas, se muestran presumidos y burlones. Expresan sus impulsos pregenitales a través de una gran inquietud motora, voracidad, actitudes sádicas, actividades anales (lenguaje obsceno, rechazo por la limpieza, gusto por los olores, habilidad en la producción onomatopéyica y de ruidos) y juegos fálicos exhibicionistas.
La chicas en su segunda infancia ya habían realizado una represión masiva de su pregenitalidad, por lo cual se dirigen más abiertamente al sexo opuesto; se muestran agresivas y seductoras en el juego del pseudoamor. Su mayor conflicto se manifiesta con la madre, necesitando “liberarse” de ella. Realizan una orientación decisiva hacia la realidad, adaptándose a ella. Se manifiestan como “señoritas”, aceptando normas y comportándose adecuadamente a lo que se espera de ellas.
ADOLESCENCIA: 13/14 a 18 años.
La pubertad es un acto de la naturaleza, la adolescencia es un acto humano y cultural.
La adolescencia temprana (13/14 a 15 años) es un período de transición que mantiene características preadolescentes pero con franco movimiento hacia el desarrollo y la maduración adolescente.
Los cambios biológicos de la pubertad (la adquisición de la capacidad reproductiva y el crecimiento físico) determinan un elevado aumento del deseo sexual. Este genera a su vez una actitud negativa o positiva con respecto al propio cuerpo y a las normas morales de la sociedad que los culpabiliza, produciéndose sentimientos contradictorios.
La manera adolescente de sentir y expresar la propia sexualidad depender de la personalidad, de las experiencias infantiles, de las actitudes familiares y de la sociedad en la que vive. Algunos reprimen totalmente sus emociones; otros manifiestan sus sentimientos sólo a través de las fantasías; otros buscan el contacto con el otro sexo.
Las actividades sexuales que desarrollan pueden ser autoeróticas, juegos sexuales o acto sexual coital. Una preocupación habitual del adolescente es cuándo iniciar este último. Recordemos que biológicamente la respuesta sexual es completa (deseo, excitación y orgasmo).
La masturbación suele ser vivida con culpa desde dos vertientes opuestas: por remitirlo a una conducta prohibida y vergonzosa o por ser considerado infantil en vez de satisfacer sus necesidades con una persona. Las pautas culturales suelen determinar que la masturbación sea más habitual en los varones que en las mujeres adolescentes.
En realidad, la masturbación es una conducta sexual positiva en varios sentidos: permite conocer el funcionamiento y las sensaciones del propio cuerpo, lo cual ser favorable para posteriores encuentros sexuales funcionales; ayuda a descargar las ansiedades y angustias comunes de esta etapa del desarrollo; así como distanciar la necesidad de comenzar el ejercicio de una actividad sexual para la cual puede no estar aún maduro.
La genitalidad se instala definitivamente como zona predominante de satisfacción sexual. Los impulsos -sexuales y agresivos- estimulados por los cambios hormonales suelen descolocar a los adolescentes quienes sienten que no pueden controlarlos.
Una manera de defenderse de esos impulsos es volver a tener conductas infantiles conocidas: comer mucho o hacer dietas, constipación, desprolijidad, suciedad, orden o limpieza exageradas, etc.
La polaridad pasividad-actividad y la ambivalencia de sentimientos reaparecen fuertemente, lo cual determina fluctuaciones en el estado de ánimo, cambios en las conductas y en la capacidad de ver la realidad.
Las polaridades en un mismo sujeto pueden ser rebeldía/sumisión, aislamiento/sociabilidad, egoísmo/ altruísmo, sensibilidad/torpeza, dedicación/indiferencia, aceptación/rechazo, cuidado físico/ abandono, etc. Estas polaridades nos muestran que los cambios psicológicos que se van produciendo no son lineales ni definitivos.
Durante la adolescencia se deberá lograr la renuncia a la dependencia paterna y la búsqueda de otros del afuera como fuentes de satisfacción sexual. Este proceso atraviesa por diferentes momentos hasta poder establecer relaciones parentales y extra familiares maduras.
La separación amorosa que hace el adolescente de sus padres, produce que la energía sexual fluya libremente creando intensas situaciones de tensión, ansiedad, angustia y síntomas físicos diversos.
El adolescente temprano elige sus propias normas, leyes y valores, independientemente de la autoridad paterna.
En el varón, la primera búsqueda hacia el afuera está puesta en el amigo del mismo sexo, estableciendo relaciones idealizadas de complementación recíproca. En esta etapa de “homosexualidad transitoria” los adolescentes aprenden a ser varones desde los juegos sexuales o las charlas íntimas que les permiten identificarse con su mismo sexo. Habitualmente estas relaciones terminan abruptamente permitiendo el pasaje hacia la heterosexualidad.
Las mujeres también dan gran importancia a las amistades, pero con cualquiera de los dos sexos. Esta actitud surge de “tendencias bisexuales” normales que con el desarrollo dejarán paso a las elecciones hetersosexuales. El riesgo a esta edad es que la necesidad de identificaciones temporales empuje a la adolescente a relaciones sexuales prematuras. Las amistades, los enamoramientos, el estudio, los deportes, las fantasías protegen a la adolescente de conductas sexuales impulsivas. La declinación de la bisexualidad marca la entrada en la adolescencia propiamente dicha.
En la adolescencia propiamente dicha (15 a 18 años) los cambios son decisivos, la vida emocional más intensa y profunda. Los adolescentes realizan el camino desde el “Quién soy yo?” hacia el “Este soy yo”.
Aunque las relaciones amorosas van definiéndose paulatinamente hacia la heterosexualidad, a£ú estos vínculos no son maduros. Su permanencia produce que la energía sexual autoerótica pase a satisfacerse en el vínculo con el otro. La intensa ansiedad lleva a esta edad a desarrollar “hambre” de cosas y personas. La incorporación exagerada de alimentos o la impulsividad en el cambio indiscriminado de relaciones con los otros -los otros no son vividos como personas sino como objetos de necesidad para descarga de ansiedades- va cediendo a medida que se define la identidad sexual.
Para poder desprenderse definitivamente de los padres de la infancia, los adolescentes suelen recurrir a actitudes de soberbia, arrogancia y rebeldía, desafiando las normas paternas. Este es un período de transición que finaliza con el desprendimiento.
A esta edad la energía sexual posibilita un desarrollo importante de la creatividad y la fantasía, así como la hipersensibilidad de los sentidos. El escribir un diario íntimo permite canalizar ansiedades, conectar las fantasías con la realidad e inhibir las actuaciones sexuales o agresivas. También la intelectualización y el ascetismo son modos de canalización de la tensión.
Dos sentimientos son predominantes: la tristeza por el desprendimiento de los padres de la infancia y el estar enamorado. Este enamoramiento es básicamente tierno y romántico además de una fuente de satisfacción sexual. Por momentos puede provocar el temor de crear una nueva dependencia y sometimiento emocional. La persona destinataria de este primer amor suele tener aspectos semejantes o francamente diferentes a alguno de los padres.
Las necesidades sexuales de los adolescentes son un hecho. Actualmente la edad de inicio de la vida sexual activa de ambos sexos promedia los 16 a 17 años. Las diferencias de maduración entre la edad biológica y la edad psicoemocional ocasionan que el deseo sexual no acompañado por la posibilidad de reflexión y toma de conciencia de los riesgos existentes, exponga a los adolescentes a enfermedades transmisibles sexualmente y a embarazos no deseados. Estos riesgos suelen ser generados por:
· La temprana edad de la menarca.
· El deseo de exploración de la sexualidad.
· La actividad sexual temprana.
· El desconocimiento de métodos preventivos de enfermedades de transmisión sexual y de embarazos, y el bajo acceso a los mismos.
· La poca aceptación del preservativo por parte de los adolescentes.
· El desconocimiento de la fisiología de la reproducción y funcionamiento de la sexualidad.
· El poco acceso a servicios de atención de la salud del adolescente, incluyendo la salud reproductiva.
· Ser hija o hermana de madres adolescentes.
· Vivir en condiciones de pobreza.
· Vivir en hacinamiento y promiscuidad.
· Vivir en áeas rurales.
· La exclusión social juvenil, carencia de oportunidades recreativas, educativas y laborales.
· El uso y abuso de drogas.
· El abuso sexual, maltrato y violencia doméstica física o psicológica que deja a las jóvenes en estado de indefensión frente al incesto y la violación.
· La alta ocurrencia de abortos clandestinos en condiciones inadecuadas.
· La prostitución infantil y juvenil.
· La baja autoestima de la adolescente y la ausencia de un proyecto de vida.
· El deseo de afirmación personal e independencia.
· La presión grupal y de la pareja.
· El primitivismo emocional que envuelve al sexo de culpa, vergüenza, miedo, tabúes y fatalismo.
· La inestabilidad familiar.
· El analfabetismo sexual, la desinformación a todos los niveles, incluso en el de los profesionales de la salud, en los maestros, los padres y madres y la comunidad en general.
· La falta de orientación y comunicación en la familia sobre la sexualidad.
· La influencia de los medios de comunicación social en la exaltación, banalización y degradación de la sexualidad, en la erotización de la vida y en la promoción de la pornografía.
La adolescencia tardía (aproximadamente hasta los 24 años) es una fase de consolidación de la estructura de personalidad que alcanza una madurez relativa.
El cuerpo comienza a reconocerse como un todo erógeno. No predomina una zona en particular. Cada persona irá descubriendo -en función de su historia y su personalidad- qué partes de su cuerpo son más sensibles y agradables para sentir placer.
Aunque la madurez sexual debería llevar a esta posibilidad, la cultura incide en dar predominancia al placer genital. A los varones les resulta difícil integrar la sensibilidad de todo su cuerpo, o incluso, no lo creen necesario. En ese sentido, no sólo inhiben la posibilidad de alcanzar niveles superiores de satisfacción, sino que esta actitud puede determinar diversos trastornos sexuales.
Recordemos: La identidad sexual continúa reafirmándose y reestructurándose a lo largo de toda la vida. Los cambios políticos, económicos y sociales, las modas y las diversas crisis vitales (casamiento, nacimiento de los hijos, divorcio, climaterio, etc.) vuelven a hacer entrar en conflicto al sujeto, el cual se replantea su postura ante la vida, sus valores y su sexualidad.
4.- QUE NECESITAN LOS MENORES DE NOSOTROS, LOS ADULTOS:
Aunque no nos demos cuenta ni nos lo hayamos propuesto, estamos educando sexualmente a nuestros hijos desde que nacen hasta -por lo menos- su juventud.
Lo mismo sucede con los docentes. Concientemente o no, voluntariamente o no, las actitudes de los maestros influyen en el aprendizaje sexual de sus alumnos.
Las experiencias de los primeros años de nuestra vida, nos marcan la dicha o desdicha de nuestra vida adulta. Por ello, es fundamental que los adultos -padres, docentes y profesionales que trabajan con menores- tengamos en cuenta que:
· Los niños necesitan reafirmarse en su YO SOY desde pequeños con el fin de que a lo largo de su vida puedan recuperar el equilibrio perdido ante toda crisis, con el menor sufrimiento psíquico posible.
· Los chicos reconocen nuestros gestos, nuestro tono de voz; se dan cuenta de nuestras incoherencias entre lo que decimos y lo que hacemos, de nuestros miedos, ansiedades y conflictos, aunque callen por temor o vergüenza.
· Si tomamos una actitud afectiva demostrativa, clara y segura, los chicos nos imitarán con confianza.
· Así mismo, si somos fríos y distantes o los rechazamos, sentirán que el cariño no se debe expresar. Los chicos aprenden lo que viven, y nos toman como modelo.
· Para crecer sanos y felices, disfrutando de una futura sexualidad adulta con plenitud- los chicos nos necesitan seguros y cariñosos, firmes y claros, ni débiles ni todopoderosos, ni indiferentes ni sobreprotectores.
No es fácil, pero podemos empezar a intentarlo. Cómo? Permitiéndonos ser personas con virtudes y defectos, concientes de éstos, coherentes y comprometidos con la vida.
· Tratemos entonces de hacerlo desde una actitud conciente, afectiva, reflexiva y positiva hacia la sexualidad.
· Pensemos en nosotros mismos, en nuestros valores, creencias y prejuicios.
· Seamos espontáneos en nuestras conductas, aún con nuestros temores y vergüenzas.
· Respetemos sus experiencias y su intimidad.
· Sepamos escuchar hasta sus silencios ante situaciones de índole sexual, para rescatar la pregunta sin palabras y motivar el diálogo.
· Recordemos que nosotros también respondemos sin palabras y que ellos las decodifican.
· Informémonos, investiguemos, aprendamos nosotros junto con ellos; aún arriesgándonos a ser cuestionados.
· No deleguemos en otras personas las respuestas a su curiosidad sexual. No necesitan sólo información, nos necesitan a nosotros.
· Utilicemos un lenguaje simple, claro, preciso, sin irnos por las ramas ni responder más de lo que nos están preguntando.
· Respondamos siempre con la verdad, aunque nos dé pudor. Permitámonos sentir ese pudor. Los chicos necesitan confiar en nosotros; no los defraudemos.
Tomando en cuenta los distintos momentos evolutivos podemos decir que la oportunidad de educar sexualmente al futuro niño comienza ya en el período prenatal mediante las actitudes positivas de los padres ante la sexualidad y la adecuada información para una paternidad y maternidad responsables.
En el primer año de vida la pronta inclusión del padre como figura significativa en el acompañamiento de la díada madre-hijo es de vital importancia para el ulterior desarrollo emocional del recién nacido y para que este padre pueda ocupar su rol de manera eficaz, ejerciendo una función adecuada sin estereotipos de género desprovistos de ternura.
Durante la primera infancia tanto la familia nuclear como sus instancias alternativas: hogares maternales, jardines de infantes, instituciones de educación preescolar, tienen posibilidad de introducir -las primeras normas sobre el respeto del propio cuerpo y de los cuerpos de los otros,
En este período los chicos necesitan satisfacer libremente sus impulsos sexuales. Sin embargo, debemos cuidarnos de no sobreprotegerlos, no hiperestimularlos (por ej. durmiendo en nuestra cama con nosotros o permaneciendo desnudos ante ellos), dejarlos que sean ellos quienes regulen sus juegos sexuales, tampoco reprimirlos con castigos o amenazas, ni estimular conductas sexuales de una fase anterior (por ej. mantener el chupete o la mamadera después del año de edad).
Valorar todas las partes del cuerpo como bellas y agradables, manteniendo una actitud cariñosa y de equilibrado contacto les crea confianza y autoestima. En ese sentido, la actitud adulta ante el control de esfínteres es fundamental tanto para el buen aprendizaje como para las vivencias sexuales futuras. Una actitud escrupulosa, extremadamente represiva, con castigos o amenazas, o con gestos de asco o denigración producirá miedo, inhibición e inseguridad sobre sí mismo, su propio cuerpo y en la relación con los demás.
Lo mismo podemos decir con respecto a las actitudes adultas ante la exploración y estimulación que hacen los chicos de sus genitales o de su curiosidad hacia el cuerpo del otro. En esas situaciones es fundamental que los adultos les enseñemos la importancia de la intimidad, que existen conductas que se realizan fuera de la vista de los demás.
La negligencia de los adultos y las diversas formas de maltrato pueden dañar un diseño sano del mapa del amor, a través del abuso disciplinario, abuso físico, abuso sexual, catalogaciones arbitrarias (”macho, puto, rarito, machona, marica”), entre otros, dejando secuelas en la identidad sexual. Es necesario que los chicos sepan que deben cuidar su cuerpo de las conductas avasallantes de los adultos, que deben defenderse y negarse a ellas y denunciar a quien se las proponga. Debemos prevenir el abuso sexual.
El dormir en una habitación distinta de la de los padres, así como cerrar las puertas de las habitaciones permite al niño aprender la intimidad, a distinguir lo propio de lo ajeno y que estar solo no es peligroso; así como reconocer que sus padres son una pareja que se quieren además de ser sus padres.
Que los chicos vean a sus padres desnudos no es malo de por sí, pero requiere ciertos cuidados. A esta edad buscan ver el cuerpo adulto para conocerlo y compararlo con el suyo. Que lo vean en situaciones cotidianas como el vestirse o al levantarse les ayuda a aprender la espontaneidad de la desnudez. El cuidado es que no aparezca el cuerpo desnudo de manera forzada y exhibicionista o reaccionando con retos y escándalos si los adultos son sorprendidos. En el primer caso no aprenderá la importancia de la intimidad -además de sobrestimular sus impulsos sexuales-; en el segundo aprenderá que el cuerpo es algo vergonzante y misterioso.
La manera de relacionarse de los padres entre sí es un modelo que el niño aprende. Actitudes cariñosas o distantes, momentos propios o indiscriminación, el juego de roles femenino y masculino irán dejando matrices para sus futuras relaciones de pareja.
Incluso el status sexual familiar aclara o confunde. Por ejemplo, si la madre dice “papi” cuando llama a su marido o a su hijo o si los hijos llaman a los padres por su nombre en vez de decir “papá” o “mamá”.
En este período necesitan saber cómo es el cuerpo femenino y masculino, sus similitudes y diferencias y cómo nacen los bebés. Esperan nuestra respuesta.
En la segunda infancia la mayor capacidad de los chicos de conversar, investigar e intercambiar ideas nos permite comunicarnos intelectualmente y poner palabras a los sentimientos. No debemos olvidar que la evolución psicosexual sigue su camino y está presente cotidianamente en las preocupaciones de los chicos, por lo cual ellos continúan necesitando actitudes adultas similares a las de la fase anterior.
Podemos continuar nuestra tarea de prevención a las distintas formas de abuso infantil; informarles sobre en qué consisten la menstruación, las relaciones sexuales, el embarazo y el parto, cómo fue su propio nacimiento e iniciar la familiarización con los métodos de prevención de embarazos no deseados y de enfermedades transmisibles sexualmente. Es un momento propicio para la discusión sobre actitudes frente a las diferencias individuales, a las capacidades y discapacidades que todos tenemos, a la aceptación en la diferencia. Además de la familia, la escuela, las instituciones deportivas, las áreas de trabajo social y de salud son lugares posibles para comunicarnos con los chicos.
Durante la preadolescencia las actitudes de los adultos con respecto a la sexualidad se hacen totalmente evidentes para los chicos, pero lo básico ya ha sido transmitido en las edades anteriores, aún desde el silencio.
Ya desde los 9 años es importante que hablemos con ellos acerca de los cambios que se avecinan en ambos sexos, para disminuir su angustia, los miedos, la preocupación y las sorpresas desagradables.
Es conveniente que estimulemos la comunicación verbal con los chicos y encaremos los temas sexuales con ellos acerca de sus cambios, sensaciones y sentimientos. Lo ideal sería que los padres de ambos sexos -o los docentes- puedan y quieran hacerlo. En la realidad, suele suceder que se hace cargo el que se anima.
En este período los chicos necesitan:
§ Que les expliquemos claramente el proceso de menstruación, erección y eyaculación.
§ Que les adelantemos que aparecerán sensaciones corporales sexualmente agradables, y que, a veces, en sueños o tocándose experimentarán una fuerte oleada de sensaciones placenteras (orgasmo).
§ Que les expliquemos que los cambios en las niñas preceden a los de los varones, existiendo además variaciones individuales en los ritmos cronológicos de crecimiento.
§ Que les expliquemos acerca de los métodos anticonceptivos.
§ Que profundicemos en las enfermedades transmisibles sexualmente y su manera de prevenirlas.
§ Que consultemos al especialista si nos surgen dudas con respecto al desarrollo específico o a la manera de encarar las problemáticas habituales de esta etapa.
Ante la adolescencia de nuestros hijos y/o alumnos los adultos solemos revivir nuestra propia adolescencia y solemos intentar que repitan nuestra historia o que logren aquello que nosotros no pudimos. Tal vez lo más difícil para nosotros sea dejarlos ser y encontrar su propio camino, sin que ello signifique abandonarlos.
Los adultos nos enfrentamos con rivales fuertes y muchas veces negativos con respecto a la educación de los valores y la sexualidad de los adolescentes: los medios de comunicación, el grupo de pares y la propia rebeldía que tiende a desacreditarnos.
Sin embargo, los adolescentes nos necesitan para saber, para aclarar, para apoyarse en nosotros, para confiar. Necesitan aprender :
· Que el sexo no es un objeto de consumo rápido y descartable. El afecto es fundamental en el intercambio de placer.
· A no iniciar su vida sexual activa sólo por moda, por impulso o por seguir a su grupo y no pasar por tonto.
· A no adoptar compromisos por los que no puedan responder.
· Que existen otras conductas sexuales también gratificantes y que no tienen los riesgos del coito realizado con inmadurez e irresponsabilidad.
· A valorar el juego sexual aunque no lleguen al coito. Esta conducta incluida en el futuro como previa al coito es imprescindible para una vida sexual satisfactoria. La sexualidad placentera es m s que la gratificación genital.
· A no entrar en el comercio del sexo; la experiencia de la prostitución deja sabores amargos y muchas veces trastornos sexuales futuros.
· Que cuando decidan comenzar a ejercitar su sexualidad coital lo hagan con responsabilidad, cuidado y respeto hacia sí mismos y su pareja.
· Que en general la primera experiencia sexual no es muy satisfactoria, ya que el desconocimiento, el miedo, la vergüenza, la ansiedad no permiten entregarse a sentir realmente. No es preocupante, con cada nuevo encuentro sexual ir n aprendiendo a conocerse y conocer a su pareja y se irán sintiendo mejor.
· Acerca de los métodos anticonceptivos, las enfermedades transmisibles sexualmente, el embarazo adolescente y el aborto. Sus consecuencias y prevenciones.
· A pensar en conjunto qué es lo normal en sexualidad. Tema difícil de encarar, ya que lo normal dependerá de cada sociedad, de cada época histórica, de cada persona e incluso de cada momento vital de una misma persona. Podemos pensar sí en qué es aceptable en sexualidad: Todo aquello que sea realizado de común acuerdo, sin incluir menores, sin forzar ni violentar al otro, sin hacer daño físico o psíquico. Hasta un beso es anormal cuando no se lo desea.
RECORDEMOS: Así como está en nosotros la semilla de la vida, también lo está la semilla de la educación de nuestros hijos y alumnos. Al educarlos sexualmente desde una actitud positiva y conciente, los estamos educando para el amor, para un desarrollo sano de su personalidad y para el conocimiento y afirmación de sí mismo y de su relación con los demás. El permiso y la legitimación de sus cambios y necesidades no provoca excesos, sino que los alivia, les evita sentimientos de culpa y les facilita sentirse comprendidos y reconocidos.
5.- Y A LOS ADULTOS, ¿QUIEN NOS EDUCA?
La realidad nos muestra que la temática sexual es siempre abordada, conciente o inconcientemente, voluntaria o involuntariamente, en cada gesto, en cada palabra, en cada actitud adulta ante situaciones sexuales surgidas en la casa o en la escuela. Los padres y los docentes, quieran o no, positiva o negativamente, educan sexualmente. Así mismo lo hacen los amigos, los medios de comunicación, la sociedad toda. Esta es la Educación Sexual Informal o Socialización Sexual.
Educar es conducir, encaminar, dictaminar; es decir ubicar la información dentro de una escala de valores fundamentales, permitiendo la asunción libre y responsable de ciertas pautas de conducta a través del conocimiento de los modelos axiológicos para poder optar por distintas alternativas.
La Educación sexual es un proceso que clarifica, reafirma y promueve el intercambio de conocimientos e ideas acerca de actitudes, valores y comportamientos sexuales y relaciones. Permite el desarrollo personal e interpersonal maduro, responsable, equilibrado, autoconciente, saludable, libre, ético, con amor y bienestar personal, familiar y comunitario.
La Educación Sexual que se realiza voluntaria y concientemente sobre las personas puede ser formal o No formal. Formal es la que se ejerce mediante acciones integradas a la currícula escolar. No formales la que se lleva a cabo a instancias de las demandas espontáneas que surgen en los distintos grupos humanos: colegios, instituciones deportivas, barriales, grupos de estudio, otros.
Aunque la acción educativa de la familia es primordial, no podemos dejar de reconocer que está inmersa en una particular escala de valores propia de su organización interna. Sabemos, además, que en muchos casos la función familiar no se halla desarrollada de manera adecuada. Brindar otras alternativas educativas colabora con la posibilidad de que las personas puedan integrarse entre sí atravesando estructuras rígidas que sólo permiten el aislamiento. Ante situaciones sexuales planteadas por los chicos, los adultos suelen asumir actitudes distorsionadas por mitos, miedos y prejuicios que sólo los llevan a defenderse desde la parálisis o la negación.
Para una Educación Sexual eficaz de los niños es necesario que los adultos rehagan totalmente su propia Educación Sexual. Este proceso de revisión personal les permitir aliviarse y preservar la propia salud emocional y sexual.
Para que esto sea posible los adultos necesitan CAPACITARSE. En un contexto de crecimiento, contención y reflexión compartida podrán revisar su formación personal, sus preconceptos, temores y desinformación.
6.- LA ESCUELA COMO MOTOR DE CAMBIO:
Todo proceso educativo se genera en diversos ámbitos sociales, pero la Escuela es fundamental en sus efectos sobre la comunidad. Influye, directa o indirectamente, voluntaria o involuntariamente, en la vida individual y social de las personas: informa, promueve valores, modelos, estilos de vida, muchas veces contradictorios entre sí.
Es imprescindible que la Escuela asuma un rol conciente, voluntario y directo en la promoción de la salud en general y de la salud sexual en particular: dando información veraz, clara y precisa, ayudando a repensar los sistemas de valores propios y promoviendo la responsabilidad y la solidaridad.
Por ello, implementar formalmente la Educación Sexual en todos los niveles educativos permitiría hacer una Educación Sexual planificada metodológicamente, con la intencionalidad de un cambio positivo y que abarque a la comunidad en su totalidad (docentes, padres y alumnos) promoviendo la prevención de enfermedades físicas, emocionales y sociales.
El Objetivo Principal es que cada persona (docente, padre y alumno) integre de un modo armónico y positivo su dimensión sexual dentro del conjunto de su personalidad y de sus relaciones, y que ésta sea un factor de crecimiento, maduración y bienestar. Es decir, prevenir la enfermedad y promocionar la salud.
Los Objetivos Generales incluyen la adquisición de conocimientos, el estímulo de la solidaridad, el respeto y el afecto, la estructuración sana de la identidad, la formación de un Sistema de Valores sexuales que permita la libertad y la coherencia.
Los Objetivos Específicos serán delineados de acuerdo a las edades, desde el Jardín de Infantes hasta el último año de la Escuela secundaria. Así mismo, los niveles Terciarios y Universitarios de las Carreras de la Salud, la Educación y las Ciencias Sociales también deberían incluir en sus Programas la temática de la Sexualidad.
Valores a considerar para llevar adelante una correcta Educación Sexual :
· amor a la vida.
· aprecio, respeto y amor del propio cuerpo.
· respeto por cualquier persona sean cuales fueren sus características físicas o sus orientaciones sexuales.
· búsqueda y aceptación de la propia identidad y de los roles que dependen de la misma.
· respeto a la libertad.
· sentido de la responsabilidad en la actividad sexual.
· sentido del amor en su desarrollo físico y espiritual.
· sentido e importancia del placer.
· sentido del compartir y del compromiso mutuo en la pareja.
· igualdad de todas las personas, independientemente de su sexo.
· aprecio de la riqueza y del misterio de la sexualidad, fuerza dinámica de encuentro.
· apertura a la interioridad que revela la profundidad de la existencia humana.
· gusto por el dominio de sí mismo y capacidad de elegir, entre los diversos impulsos, los que son compatibles con el desarrollo de la propia personalidad.
Muchas veces los especialistas nos chocamos con la realidad cuando presentamos nuestros Proyectos en Educación Sexual:
§ Negativas manifiestas (porque se fomentaría el libertinaje, la práctica desordenada e irresponsable de la sexualidad).
§ Negativas que nunca llegan a explicitarse.
§ Aceptaciones que tardan en implementarse o no se implementan nunca (por motivos económicos, porque los docentes no quieren ocupar su tiempo libre en capacitación o porque no se encuentra el tiempo dentro del horario escolar).
§ Discusiones permanentes en los niveles de decisión acerca de si realizar o no la actividad.
§ Aceptación solamente de una charla informativa biológica, dirigida a los alumnos, en la que los docentes muchas veces no participan.
Los proyectos que se van llevando a cabo, son proyectos de Educación Sexual NO Formal, que se implementan en algunas escuelas “progresistas”, donde los directivos se interesan por el tema. Este tipo de actividades, dirigidas a los alumnos, los docentes o los padres, son esporádicas y duran un tiempo determinado; cuánto dura su efecto? La respuesta dependerá de la individualidad de cada padre, docente o alumno. De lo que cada uno se haya movilizado o no para continuar trabajando el tema.
En este sentido, los docentes se encuentran entrampados por su responsabilidad civil ante los efectos en los chicos producidos por su accionar y por las actitudes contradictorias de muchos padres que, por un lado depositan en los maestros la educación “integral” de sus hijos, pero, por otro lado dificultan u obstaculizan su tarea concreta.
Por ello, es necesario cortar el círculo vicioso de parálisis, resignación e inoperancia. Aunque resuene utópico, paulatinamente, paso a paso, lo podremos ir haciendo posible.
La decisión política efectiva de producir el cambio en las estructuras educativas y de salud permitirían una Educación Sexual eficaz de toda la comunidad en los diversos ámbitos y niveles educativos o sanitarios.
7.- CONCLUSIONES FINALES:
La implementación de la Educación Sexual encuentra su marco ideológico en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, tanto en sus indicaciones de establecer Programas Sociales de prevención y tratamiento, como en su texto general y en los artículos que mencionan los derechos del niño a la identidad, a la salud y a la educación, asegurando su cuidado, protección y bienestar, con un desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social.
La ETICA, el AMOR y la NO DISCRIMINACION son el hilo conductor de una adecuada Educación Sexual.
El saber sexual es liberador. Lograrlo y mantenerlo disminuir la problemática sexual de nuestro tiempo, pues la sexualidad se volverá más libre. Libre en el sentido de responsable y respetuosa.
Habrá de cambiar el signo que promueve las actividades sexuales: de la irresponsabilidad y la compulsión actuales se podrá pasar a la responsabilidad libre y respetuosa.
La tarea preventiva con niños y adolescentes no culmina con ellos, ya que hacerla extensiva a los adultos responsables, a los convivientes y a quienes tienen funciones educativas y sanitarias permite multiplicar el esfuerzo, reforzar la tarea realizada con los menores y transformarlos en agentes de cambio. ASI, EL CIRCULO VICIOSO PODRA SER CORTADO.
BIBLIOGRAFIA:
- Blos, Peter. Psicoanálisis de la adolescencia. Ed. Mortiz. M‚xico. 1971.
- Escardó, Florencio. Sexología de la familia. Ed. El Ateneo. Bs.As. 1961.
- Flores Colombino, Andrés. Educación Sexual. Ed. Dismar. Montevideo. 1991.
- García Fernández, José. Guía práctica de educación sexual para el educador. Ed. Medusa. Pamplona. España. 1990.
- Martínez Verdier, Virginia; Fernández, Gloria; Seglin, Carlos A. Educación para el amor y la salud sexual: Porqué, para qué, cómo, cuándo y dónde. Jornada Implicancia de la sexualidad en el trabajo con menores. Consejo Nacional del Menor y la Familia. Bs.As. 1996.
- Pomiés, J. y Entel, A. La educación sexual de 0 a 18 años. Ed. Vivir. Bs.As. 1986
Lic. Virginia Martínez Verdier:
Psicóloga UBA. Especialista en Sexología Clínica y Educación Sexual (acreditada por la Federación Latinoamericana de Sociedades de Sexología y Educación Sexual). Periodista científica. Presidente de SEXSALUD, Asociación Multidisciplinaria para la salud y la sexualidad.Secretaria General de la Federación Sexológica Argentina. Co-Directora del Programa de Formación en Sexología Clínica y Educativa, Universidad de Flores. Directora del Departamento de Sexología y Educación Sexual de la Asociación de Psicólogos de Bs. As. Miembro Fundador de la Asociación Latinoamericana de Psicólogos Sexólogos. Miembro individual de la Asociación Mundial de Sexología. Ex Presidente de la Asociación Argentina de Sexualidad Humana.Directora de www.sexuar.com,ar, espacio educativo en sexualidad.
Publicado como Dossier en la revista Ser y Expresar
Marzo 1997
Lic. Virginia Martínez Verdier (*)
1.- INTRODUCCION:
La Organización Mundial de la Salud considera a la SALUD SEXUAL como “la integración de aspectos somáticos, afectivos e intelectuales del ser sexuado, de tal modo que de ella derive el enriquecimiento y el desarrollo de la persona humana, la comunicación y el amor.”
Todos somos sexuados; somos varones o mujeres según nuestros cromosomas sean XY o XX respectivamente. (Esto es así en la mayoría de las personas, ya que pueden darse -excepcionalmente- situaciones particulares).
Cuando nacemos, ese sexo biológico nos es asignado -psicológica y socialmente- como masculino o femenino, y somos así criados acorde a circunstancias familiares, sociales y culturales. En ese sentido recordemos los escarpines rosas y las muñecas para las nenas y los escarpines celestes y los autitos para los varones, como el inicio de una larga lista de lo que se espera socialmente del desempeño de cada sexo. De esta manera iniciamos nuestro Proceso de sexuación o de “hacernos” sexuales; es decir, ir sintiéndonos varones o mujeres e ir aceptando plenamente nuestra identidad sexual.
La sexualidad es una energía vital que nos acompaña desde la concepción hasta muerte; es parte de nuestra personalidad; es la calidad con que cada persona vive su condición de hombre o mujer en relación con los demás. Cada uno de nosotros tenemos una manera particular de manifestar y vivir nuestra sexualidad.
La genitalidad, el placer obtenido por la estimulación de los genitales, forma parte de la sexualidad pero no la abarca totalmente.
A lo largo de la vida vamos aprendiendo a ser sexuales, y vamos expresando nuestra sexualidad de modos diferentes en cada momento evolutivo y en relación a lo ya vivido en otros momentos evolutivos. Es por esto que el modo de acercamiento a nuestros hijos o pareja manifiesta aspectos de nuestrasexualidad que comenzaron a gestarse en nuestra infancia.
A través de nuestra modalidad sexual manifestamos afecto, nos comunicamos, reafirmamos nuestra identidad y nuestra autoestima, pero también podemos manifestar frustraciones, angustias, luchas conyugales, agresión, venganzas, conveniencias económicas. La sexualidad es un motor de nuestras acciones, actitudes, sentimientos y de nuestros vínculos con los demás; por ello, saber sobre sexualidad es saber sobre nosotros mismos.
2.- CONCEPTOS GENERALES:
En una misma persona coexisten diferentes vertientes sexuales que se integran en un todo particular y único.
Es así que en el momento de la concepción de un sujeto podemos considerar la existencia de un sexo cromosómico o genético (XX determina sexo femenino y XY, masculino).
El sexo gonadal corresponde a los óvulos (mujer) y los espermatozoides (varón).
El sexo morfológico se refiere a las características que tienen los genitales externos femeninos y masculinos, así como las características sexuales secundarias de cada sexo.
El sexo psicológico está íntimamente relacionado con la identidad sexual.
El sexo legal es el que se atribuye en el momento del nacimiento y figura en los documentos del sujeto.
El sexo socio-cultural es el asignado por la familia y la cultura, en relación a los roles y comportamientos que deben cumplir los varones y las mujeres. Todas estas vertientes que se articulan en cada persona pueden coincidir entre sí o no; dependerá de diversas cuestiones hormonales durante el embarazo o el desarrollo postnatal y de la crianza recibida el que una persona pueda o no hacer coincidir plenamente su identidad sexual con cada una de esas vertientes.
La identidad es una estructuración psicosocial que permite a las personas reconocerse como sí mismas. Es la capacidad de decir YO SOY. Se va construyendo a lo largo de la vida, acorde a la integración de las características básicas de la personalidad, las experiencias vitales, las relaciones vinculares fundamentales y las pautas culturales.
Los primeros años de vida dejan marcas indelebles en la constitución de una identidad sana o enferma, fuerte o débil, equilibrada o no.
La identidad sexual forma parte de la identidad en general de una persona.
La identidad de género es aquella que se produce por la asignación social acorde al sexo biológico. Es lo que la sociedad espera de cada persona acorde a su sexo femenino o masculino.
La identidad de rol es la identidad que cada uno asume en función de su historia o su deseo, y puede coincidir o no con su identidad de género. Por ejemplo, una persona puede nacer y sentirse mujer, pero desear a otra mujer, o realizar actividades tradicionalmente esperadas de los hombres.
Ambas identidades (de género y de rol) forman las dos caras de una misma moneda: la identidad sexual.
Sigmund Freud estudió hace casi 100 años, la sexualidad infantil. Revolucionario para su época, declaró que los niños son sexuales y expresan su sexualidad de diversas maneras a lo largo de su infancia. Menciona así las zonas erógenas (boca, ano y genitales), las cuales son estimuladas por la energía sexual (libido), que evoluciona hacia la integración de una identidad sexual.
John Money desde hace 40 años se dedica a profundizar cómo se constituye la identidad sexual. Parte del estudio de variantes sexuales no habituales, y hace hincapié en el papel que juega la cultura durante los primeros 8 años de vida en la constitución de una identidad equilibrada o no, normal o perversa. Conceptualiza el Mapa de amor como un esquema mental que construye cada persona -durante sus primeros 8años de vida- y que indica cómo deben ser sus vínculos de amor, su amante idealizado y las modalidades sensoriales y amatorias satisfactorias para ese sujeto. Los juegos sexuales durante la infancia y los ensayos de cortejo promueven el desarrollo del esquema corporal y facilitan la afirmación de los mapas del amor. Nuestra sexualidad adulta estar regida por la constitución saludable o no de nuestro mapa de amor.
3.- EVOLUCION PSICOSEXUAL O PROCESO DE SEXUACION:
PRIMERA INFANCIA: 0 a 5 años.
Durante el primer año de vida, la sexualidad del niño se expresa fundamentalmente a través de la boca. A través del chupeteo en los primeros 6 meses y del morder en el segundo semestre, el bebé logra el reconocimiento de sensaciones placenteras y displacenteras así como el conocimiento del mundo externo. Con el cambio de los pañales y la limpieza de sus genitales el bebé reacciona con sonrisas y manifestaciones placenteras. Pronto llevará sus manos hacia ellos para repetir esas experiencias de placer. En el varón se hace más evidente ya que su pene responde biológicamente con una erección.
Aunque la boca es la zona erógena de utilización preponderante del bebé, también su piel cumple funciones fundamentales para la constitución de una personalidad sana. El contacto es una necesidad que permanece a lo largo de toda la vida; pero, durante el primer año permite la estructuración de la confianza básica como modelo vincular afectivo y sexual. Sabemos que la ausencia de contacto suficiente puede llevar a situaciones de inanición emocional.
La posibilidad de experimentar caricias y cuidados amorosos asegura al bebé que su cuerpo es valioso y digno de ser querido. Siendo el tacto un sentido básico en las relaciones sexuales, el tocar y ser tocado son experiencias imprescindibles en los primeros años de vida ya que dejan la impronta de las conductas futuras con respecto a la intimidad física y afectiva.
Durante el segundo y tercer año de vida la sexualidad infantil se expresa fundamentalmente a través de los esfínteres anales y uretrales. Los chicos lucharán activamente por controlar o no sus impulsos. Primeramente descubrirán el placer por expulsar y luego lo harán por retener.
Dada la cercanía de los esfínteres con los genitales, si los niños viven como sucia y desagradable esta zona, probablemente desplacen también esa vivencia hacia la sexualidad genital futura.
Igualmente durante este período, el movimiento muscular ocupa un lugar importante en la expresión de la sexualidad. El niño siente que puede comenzar a dominar su cuerpo, que puede independizarse del apoyo permanente del adulto, que ya no es un bebé. Esas vivencias, resultado de sus experiencias cotidianas, son altamente placenteras para él. Así mismo le permiten estructurar la confianza en sí mismo, en sus capacidades y su fortaleza.
En general podemos decir que un niño o niña a partir de los 2 o 3 años tiene ya establecida una primera identidad sexual, se reconoce como varón o mujer, aunque no tenga aún muy claro porqué.Desde su nacimiento, la cultura le ha mostrado que cada sexo utiliza diferentes elementos o actúa de diferentes maneras. Descubre sensaciones genitales en respuesta a presiones, compresiones, roces y contactos; aprende a jugar con sus sensaciones corporales, entre ellas el rítmico chupeteo del pulgar. Descubre partes de su cuerpo y sus genitales, así como sensaciones de placer y displacer que estructuran las bases de sus caminos sexuales adultos.
El control de los esfínteres obedece al mismo patrón de desarrollo muscular que el necesario para una adecuada respuesta sexual adulta.
Entre los 3 y 5 años el niño comienza a identificarse con su padre o madre y hace fuertes ensayos de coqueteo hacia uno de sus padres o niños del sexo opuesto. Comienzan los “noviazgos” vividos muy seriamente. Estos ensayos están modelados por lo que viven en su entorno familiar y ambiental (televisión, jardín de infantes, vínculos familiares). Es la etapa de la curiosidad y el juego sexual, toque y contacto de las zonas erógenas entre niños y niñas de la misma edad y aún del mismo sexo, así como juegan a montarse entre ellos realizando ritmos pélvicos.
El contacto corporal, el estímulo de toda la piel es buscado abiertamente por el niño. Caricias, mimos, cosquillas, abrazos son sumamente placenteros para él.
En este sentido, se torna habitual que insistan por todos los medios dormir en la cama de los padres y con los padres. Desde despertarse de noche, hacerse pis en su propia cama, enfermarse, o simplemente para mirar televisión, los chicos de esta edad intentan lograr su objetivo: el placer de sentir el contacto corporal.
Los genitales comienzan a ocupar un lugar preponderante; tanto el conocimiento de los propios (autoestimulación), como de los ajenos, para comparar las diferencias entre los sexos y entre los cuerpos de los chicos y de los adultos. Así mismo esa curiosidad sexual se extiende a la necesidad de investigar cómo se hace un bebé. En esta edad los niños manifiestan conductas exhibicionistas con sus actitudes sexuales, las muestran abiertamente. La exploración de sus genitales es la conducta más habitual de esta edad. Los genitales responden fisiológicamente congestionándose en las nenas y con erección peneana en los varones, ya que las caricias despiertan su excitación que es vivida por los niños con mucho placer; pero los niños de esta edad no le atribuyen a esta respuesta sexual la intencionalidad y el sentido que tendrá luego de la pubertad.
Los juegos exploratorios irán configurando su esquema corporal y su identidad sexual; que se desarrolle saludablemente o no dependerá de la actitud de los adultos hacia las manifestaciones sexuales de los niños.
SEGUNDA INFANCIA: 6 a 9 años.
Este período fue llamado por Freud “de Latencia” ya que el niño logra reprimir sus fuertes impulsos sexuales y los encamina hacia la posibilidad de aprendizaje y el desarrollo de la sociabilidad.
Sin embargo, la latencia pasa a ser en realidad la búsqueda de la intimidad a través del pudor. No quiere que lo vean cuando va al baño y quiere bañarse o cambiarse solo. Sus manifestaciones sexuales continúan pero a escondidas, ya no se exhibe públicamente como en los años anteriores. Las actividades compartidas con otros niños suelen realizarlas en estado de tensión, risas y bromas. Es la época de los secretos, los chistes “verdes”, las charlas con doble sentido. Es su manera de escapar a las normas fijadas por los adultos, y eso les da mucho placer.
Ya aprendieron que su ser varón o mujer es una condición permanente que depende de la biología y no de la ropa, los adornos o la profesión. A esta edad los varones tienen un papel sexual más estereotipado y rígido que las nenas; éstas aceptan mejor los juegos de los niños que viceversa. Comienzan a formarse los grupos con afinidades. La amistad entre ellos pasa a ocupar un lugar importante. Los adultos son dejados afuera.
La curiosidad continúa ocupando un lugar importante en la vida del niño de esta edad. El deseo de saber le permite aprender y conocer el mundo que lo rodea. En relación a la sexualidad, la actitud investigadora también es importante para conocerse a sí mismo, a su cuerpo, sus sensaciones e interesarse por conocer a los otros. Es un patrón de conducta que podrá repetirse en el futuro. Desean saber qué es la menstruación, cómo se tienen los hijos, qué es el embarazo, cómo es el parto y cómo fueron su embarazo y su parto.
Hacia los 8 años los compañeros de juego romántico suelen cohesionarse en una aventura amorosa como ensayos de una pareja, a veces estable, y a veces, como sucesivas parejitas. La fantasía de atracción erótica incide sobre la identidad: “Ella gusta de mí”, “Nadie gusta de mí,” “Todas gustan de él porque es lindo”, “Yo soy feo”, son experiencias infantiles que generan expectativas y sufrimientos.
La sociedad refuerza permanentemente los modelos que cada sexo debe seguir, a través de los padres, otros adultos, los compañeros y los medios de comunicación masivos.
Un entorno receptivo y permisivo puede ayudar a desarrollar una autoimagen y autoestima valoradas, estrategias y recursos personales y sociales. Un entorno prohibitivo y descalificador, puede fijar esas imágenes denigradas, inhibir la adquisición de recursos y empobrecer la autoestima.
PREADOLESCENCIA: 10 a 13 años.
Aclaración previa:
En el Proceso de sexuación interjuegan permanentemente instancias biológicas, psicológicas, sociales y culturales. En ese sentido, cuando describimos un período evolutivo lo estamos haciendo desde una media poblacional, social y cultural. Podemos generalizar, pero debemos poner cuidado cuando consideramos a sectores sociales que escapan a esa media.
En general, en los sectores populares se observa que las manifestaciones sexuales se adelantan en la edad, ya que ante la aparición de los cambios fisiológicos de la pubertad, los estímulos externos empujan hacia una actuación sexual más temprana.
En la infancia marginada, las etapas que habitualmente describimos se funden y confunden. La falta de red familiar, de personas significativas que ocupen los roles tradicionales que sostienen el crecimiento hacen que estos “niños adultos” adquieran rápidamente actitudes que los exponen a mayores riesgos: prostitución infantil, violencia, abusos, enfermedades transmisibles sexualmente.
En los sectores medios se produce una “moratoria psicosexual”, es decir, que aunque un sujeto de 11/12 años esté fisiológicamente maduro, su maduración psicosexual se completará a los 18/20 años, y por lo tanto actuará en consecuencia con esa última edad.
Definiendo términos:
La pubertad se refiere al período en que se manifiestan los cambios físicos de la maduración sexual (entre los 12 y 18 años aproximadamente).
La prepubertad se refiere al período inmediato anterior al desarrollo de los caracteres sexuales primarios y secundarios (10 y 12/13 años).
La adolescencia se refiere a los procesos psicológicos de adaptación.
La preadolescencia acompaña a la pubertad, pero puede prolongarse por mucho tiempo, independientemente de la progresión de la maduración física, por dificultades en la adaptació n a los cambios.
Características de la prepubertad y la pubertad:
Los cambios físicos van sucediéndose paulatinamente desde los 7 años de edad y se aceleran después de los 10/11 años (estirón).
El límite descriptivo entre la prepubertad y la pubertad es difuso en relación a las edades, ya que a una misma edad se observan desarrollos diferentes en los diferentes chicos. Así mismo el estirón se inicia más tempranamente en las mujeres, precediendo a la menarca.
El desarrollo genital se presenta con grandes variaciones en el tiempo, tanto en la edad de inicio como en su duración total. Esta última puede llevar entre dos años y medio y cuatro. Los caracteres sexuales primarios están determinados por influencia hormonal, fundamentalmente estrógenos en las mujeres y testosterona en los varones. En las mujeres acaece la menarca (primera menstruación), a partir de la cual comienzan a liberarse los óvulos y a producirse el desarrollo mamario.
En los varones comienzan las poluciones nocturnas; su inicio no siempre indica capacidad reproductiva, ya que puede haber una infertilidad relativa hasta los 15/6 años por no haberse completado aún la maduración adulta de la espermatogénesis.
Caracteres sexuales secundarios: en ambos sexos aumenta la estatura, la sudoración, crece el vello pubiano y axilar, y se redistribuye la grasa corporal en forma femenina (caderas) y masculina (aumento de la masa muscular). En los varones se producen modificaciones de la voz y comienza a crecer la barba.
Características de la preadolescencia:
El aumento cualitativo de los impulsos lleva a un resurgimiento de la pregenitalidad, produciéndose una regresión a las conductas habituales de los 2 o 3 años de vida (oposicionismo, rebeldía, terquedad, exhibicionismo, gusto por la suciedad y el desorden o su reacción opuesta, etc.). El chico de este período es más inaccesible y es más difícil de controlar.
Sobresale su preocupación por los órganos sexuales, su función, integridad y protección. En este período no se interesa aún por relacionar sus genitales con situaciones amorosas y su satisfacción.
Demuestran su curiosidad sexual a través de chistes, secretos y cuchicheos.
Es habitual el interés por coleccionar objetos o formar grupos.
Suelen aparecer síntomas transitorios como descarga de tensión: miedos, tics nerviosos, dolores de cabeza, de estómago, comerse las uñas, tartamudear, jugar con sus cabellos, tocar constantemente todas las cosas.
Progresivamente los chicos comienzan a probar nuevos comportamientos abandonando los de su niñez, por lo cual se manifiestan con inestabilidad en sus conductas y emociones, que variarán de un chico a otro y aún en un mismo chico.
La estimulación de los genitales es una actividad que se realiza naturalmente desde el nacimiento.Somos los adultos los que la significamos como positiva o negativa ante los niños. Durante este período los chicos la realizan en la intimidad, como modo de sentir placer, de canalizar ansiedades y de conocer su propio cuerpo; pero la masturbación no alcanza aún la imperiosidad de la adolescencia.
Los varones se relacionan casi exclusivamente con compañeros del mismo sexo. Son agresivos con las mujeres de su edad, las atacan, tratan de evitarlas, se muestran presumidos y burlones. Expresan sus impulsos pregenitales a través de una gran inquietud motora, voracidad, actitudes sádicas, actividades anales (lenguaje obsceno, rechazo por la limpieza, gusto por los olores, habilidad en la producción onomatopéyica y de ruidos) y juegos fálicos exhibicionistas.
La chicas en su segunda infancia ya habían realizado una represión masiva de su pregenitalidad, por lo cual se dirigen más abiertamente al sexo opuesto; se muestran agresivas y seductoras en el juego del pseudoamor. Su mayor conflicto se manifiesta con la madre, necesitando “liberarse” de ella. Realizan una orientación decisiva hacia la realidad, adaptándose a ella. Se manifiestan como “señoritas”, aceptando normas y comportándose adecuadamente a lo que se espera de ellas.
ADOLESCENCIA: 13/14 a 18 años.
La pubertad es un acto de la naturaleza, la adolescencia es un acto humano y cultural.
La adolescencia temprana (13/14 a 15 años) es un período de transición que mantiene características preadolescentes pero con franco movimiento hacia el desarrollo y la maduración adolescente.
Los cambios biológicos de la pubertad (la adquisición de la capacidad reproductiva y el crecimiento físico) determinan un elevado aumento del deseo sexual. Este genera a su vez una actitud negativa o positiva con respecto al propio cuerpo y a las normas morales de la sociedad que los culpabiliza, produciéndose sentimientos contradictorios.
La manera adolescente de sentir y expresar la propia sexualidad depender de la personalidad, de las experiencias infantiles, de las actitudes familiares y de la sociedad en la que vive. Algunos reprimen totalmente sus emociones; otros manifiestan sus sentimientos sólo a través de las fantasías; otros buscan el contacto con el otro sexo.
Las actividades sexuales que desarrollan pueden ser autoeróticas, juegos sexuales o acto sexual coital. Una preocupación habitual del adolescente es cuándo iniciar este último. Recordemos que biológicamente la respuesta sexual es completa (deseo, excitación y orgasmo).
La masturbación suele ser vivida con culpa desde dos vertientes opuestas: por remitirlo a una conducta prohibida y vergonzosa o por ser considerado infantil en vez de satisfacer sus necesidades con una persona. Las pautas culturales suelen determinar que la masturbación sea más habitual en los varones que en las mujeres adolescentes.
En realidad, la masturbación es una conducta sexual positiva en varios sentidos: permite conocer el funcionamiento y las sensaciones del propio cuerpo, lo cual ser favorable para posteriores encuentros sexuales funcionales; ayuda a descargar las ansiedades y angustias comunes de esta etapa del desarrollo; así como distanciar la necesidad de comenzar el ejercicio de una actividad sexual para la cual puede no estar aún maduro.
La genitalidad se instala definitivamente como zona predominante de satisfacción sexual. Los impulsos -sexuales y agresivos- estimulados por los cambios hormonales suelen descolocar a los adolescentes quienes sienten que no pueden controlarlos.
Una manera de defenderse de esos impulsos es volver a tener conductas infantiles conocidas: comer mucho o hacer dietas, constipación, desprolijidad, suciedad, orden o limpieza exageradas, etc.
La polaridad pasividad-actividad y la ambivalencia de sentimientos reaparecen fuertemente, lo cual determina fluctuaciones en el estado de ánimo, cambios en las conductas y en la capacidad de ver la realidad.
Las polaridades en un mismo sujeto pueden ser rebeldía/sumisión, aislamiento/sociabilidad, egoísmo/ altruísmo, sensibilidad/torpeza, dedicación/indiferencia, aceptación/rechazo, cuidado físico/ abandono, etc. Estas polaridades nos muestran que los cambios psicológicos que se van produciendo no son lineales ni definitivos.
Durante la adolescencia se deberá lograr la renuncia a la dependencia paterna y la búsqueda de otros del afuera como fuentes de satisfacción sexual. Este proceso atraviesa por diferentes momentos hasta poder establecer relaciones parentales y extra familiares maduras.
La separación amorosa que hace el adolescente de sus padres, produce que la energía sexual fluya libremente creando intensas situaciones de tensión, ansiedad, angustia y síntomas físicos diversos.
El adolescente temprano elige sus propias normas, leyes y valores, independientemente de la autoridad paterna.
En el varón, la primera búsqueda hacia el afuera está puesta en el amigo del mismo sexo, estableciendo relaciones idealizadas de complementación recíproca. En esta etapa de “homosexualidad transitoria” los adolescentes aprenden a ser varones desde los juegos sexuales o las charlas íntimas que les permiten identificarse con su mismo sexo. Habitualmente estas relaciones terminan abruptamente permitiendo el pasaje hacia la heterosexualidad.
Las mujeres también dan gran importancia a las amistades, pero con cualquiera de los dos sexos. Esta actitud surge de “tendencias bisexuales” normales que con el desarrollo dejarán paso a las elecciones hetersosexuales. El riesgo a esta edad es que la necesidad de identificaciones temporales empuje a la adolescente a relaciones sexuales prematuras. Las amistades, los enamoramientos, el estudio, los deportes, las fantasías protegen a la adolescente de conductas sexuales impulsivas. La declinación de la bisexualidad marca la entrada en la adolescencia propiamente dicha.
En la adolescencia propiamente dicha (15 a 18 años) los cambios son decisivos, la vida emocional más intensa y profunda. Los adolescentes realizan el camino desde el “Quién soy yo?” hacia el “Este soy yo”.
Aunque las relaciones amorosas van definiéndose paulatinamente hacia la heterosexualidad, a£ú estos vínculos no son maduros. Su permanencia produce que la energía sexual autoerótica pase a satisfacerse en el vínculo con el otro. La intensa ansiedad lleva a esta edad a desarrollar “hambre” de cosas y personas. La incorporación exagerada de alimentos o la impulsividad en el cambio indiscriminado de relaciones con los otros -los otros no son vividos como personas sino como objetos de necesidad para descarga de ansiedades- va cediendo a medida que se define la identidad sexual.
Para poder desprenderse definitivamente de los padres de la infancia, los adolescentes suelen recurrir a actitudes de soberbia, arrogancia y rebeldía, desafiando las normas paternas. Este es un período de transición que finaliza con el desprendimiento.
A esta edad la energía sexual posibilita un desarrollo importante de la creatividad y la fantasía, así como la hipersensibilidad de los sentidos. El escribir un diario íntimo permite canalizar ansiedades, conectar las fantasías con la realidad e inhibir las actuaciones sexuales o agresivas. También la intelectualización y el ascetismo son modos de canalización de la tensión.
Dos sentimientos son predominantes: la tristeza por el desprendimiento de los padres de la infancia y el estar enamorado. Este enamoramiento es básicamente tierno y romántico además de una fuente de satisfacción sexual. Por momentos puede provocar el temor de crear una nueva dependencia y sometimiento emocional. La persona destinataria de este primer amor suele tener aspectos semejantes o francamente diferentes a alguno de los padres.
Las necesidades sexuales de los adolescentes son un hecho. Actualmente la edad de inicio de la vida sexual activa de ambos sexos promedia los 16 a 17 años. Las diferencias de maduración entre la edad biológica y la edad psicoemocional ocasionan que el deseo sexual no acompañado por la posibilidad de reflexión y toma de conciencia de los riesgos existentes, exponga a los adolescentes a enfermedades transmisibles sexualmente y a embarazos no deseados. Estos riesgos suelen ser generados por:
· La temprana edad de la menarca.
· El deseo de exploración de la sexualidad.
· La actividad sexual temprana.
· El desconocimiento de métodos preventivos de enfermedades de transmisión sexual y de embarazos, y el bajo acceso a los mismos.
· La poca aceptación del preservativo por parte de los adolescentes.
· El desconocimiento de la fisiología de la reproducción y funcionamiento de la sexualidad.
· El poco acceso a servicios de atención de la salud del adolescente, incluyendo la salud reproductiva.
· Ser hija o hermana de madres adolescentes.
· Vivir en condiciones de pobreza.
· Vivir en hacinamiento y promiscuidad.
· Vivir en áeas rurales.
· La exclusión social juvenil, carencia de oportunidades recreativas, educativas y laborales.
· El uso y abuso de drogas.
· El abuso sexual, maltrato y violencia doméstica física o psicológica que deja a las jóvenes en estado de indefensión frente al incesto y la violación.
· La alta ocurrencia de abortos clandestinos en condiciones inadecuadas.
· La prostitución infantil y juvenil.
· La baja autoestima de la adolescente y la ausencia de un proyecto de vida.
· El deseo de afirmación personal e independencia.
· La presión grupal y de la pareja.
· El primitivismo emocional que envuelve al sexo de culpa, vergüenza, miedo, tabúes y fatalismo.
· La inestabilidad familiar.
· El analfabetismo sexual, la desinformación a todos los niveles, incluso en el de los profesionales de la salud, en los maestros, los padres y madres y la comunidad en general.
· La falta de orientación y comunicación en la familia sobre la sexualidad.
· La influencia de los medios de comunicación social en la exaltación, banalización y degradación de la sexualidad, en la erotización de la vida y en la promoción de la pornografía.
La adolescencia tardía (aproximadamente hasta los 24 años) es una fase de consolidación de la estructura de personalidad que alcanza una madurez relativa.
El cuerpo comienza a reconocerse como un todo erógeno. No predomina una zona en particular. Cada persona irá descubriendo -en función de su historia y su personalidad- qué partes de su cuerpo son más sensibles y agradables para sentir placer.
Aunque la madurez sexual debería llevar a esta posibilidad, la cultura incide en dar predominancia al placer genital. A los varones les resulta difícil integrar la sensibilidad de todo su cuerpo, o incluso, no lo creen necesario. En ese sentido, no sólo inhiben la posibilidad de alcanzar niveles superiores de satisfacción, sino que esta actitud puede determinar diversos trastornos sexuales.
Recordemos: La identidad sexual continúa reafirmándose y reestructurándose a lo largo de toda la vida. Los cambios políticos, económicos y sociales, las modas y las diversas crisis vitales (casamiento, nacimiento de los hijos, divorcio, climaterio, etc.) vuelven a hacer entrar en conflicto al sujeto, el cual se replantea su postura ante la vida, sus valores y su sexualidad.
4.- QUE NECESITAN LOS MENORES DE NOSOTROS, LOS ADULTOS:
Aunque no nos demos cuenta ni nos lo hayamos propuesto, estamos educando sexualmente a nuestros hijos desde que nacen hasta -por lo menos- su juventud.
Lo mismo sucede con los docentes. Concientemente o no, voluntariamente o no, las actitudes de los maestros influyen en el aprendizaje sexual de sus alumnos.
Las experiencias de los primeros años de nuestra vida, nos marcan la dicha o desdicha de nuestra vida adulta. Por ello, es fundamental que los adultos -padres, docentes y profesionales que trabajan con menores- tengamos en cuenta que:
· Los niños necesitan reafirmarse en su YO SOY desde pequeños con el fin de que a lo largo de su vida puedan recuperar el equilibrio perdido ante toda crisis, con el menor sufrimiento psíquico posible.
· Los chicos reconocen nuestros gestos, nuestro tono de voz; se dan cuenta de nuestras incoherencias entre lo que decimos y lo que hacemos, de nuestros miedos, ansiedades y conflictos, aunque callen por temor o vergüenza.
· Si tomamos una actitud afectiva demostrativa, clara y segura, los chicos nos imitarán con confianza.
· Así mismo, si somos fríos y distantes o los rechazamos, sentirán que el cariño no se debe expresar. Los chicos aprenden lo que viven, y nos toman como modelo.
· Para crecer sanos y felices, disfrutando de una futura sexualidad adulta con plenitud- los chicos nos necesitan seguros y cariñosos, firmes y claros, ni débiles ni todopoderosos, ni indiferentes ni sobreprotectores.
No es fácil, pero podemos empezar a intentarlo. Cómo? Permitiéndonos ser personas con virtudes y defectos, concientes de éstos, coherentes y comprometidos con la vida.
· Tratemos entonces de hacerlo desde una actitud conciente, afectiva, reflexiva y positiva hacia la sexualidad.
· Pensemos en nosotros mismos, en nuestros valores, creencias y prejuicios.
· Seamos espontáneos en nuestras conductas, aún con nuestros temores y vergüenzas.
· Respetemos sus experiencias y su intimidad.
· Sepamos escuchar hasta sus silencios ante situaciones de índole sexual, para rescatar la pregunta sin palabras y motivar el diálogo.
· Recordemos que nosotros también respondemos sin palabras y que ellos las decodifican.
· Informémonos, investiguemos, aprendamos nosotros junto con ellos; aún arriesgándonos a ser cuestionados.
· No deleguemos en otras personas las respuestas a su curiosidad sexual. No necesitan sólo información, nos necesitan a nosotros.
· Utilicemos un lenguaje simple, claro, preciso, sin irnos por las ramas ni responder más de lo que nos están preguntando.
· Respondamos siempre con la verdad, aunque nos dé pudor. Permitámonos sentir ese pudor. Los chicos necesitan confiar en nosotros; no los defraudemos.
Tomando en cuenta los distintos momentos evolutivos podemos decir que la oportunidad de educar sexualmente al futuro niño comienza ya en el período prenatal mediante las actitudes positivas de los padres ante la sexualidad y la adecuada información para una paternidad y maternidad responsables.
En el primer año de vida la pronta inclusión del padre como figura significativa en el acompañamiento de la díada madre-hijo es de vital importancia para el ulterior desarrollo emocional del recién nacido y para que este padre pueda ocupar su rol de manera eficaz, ejerciendo una función adecuada sin estereotipos de género desprovistos de ternura.
Durante la primera infancia tanto la familia nuclear como sus instancias alternativas: hogares maternales, jardines de infantes, instituciones de educación preescolar, tienen posibilidad de introducir -las primeras normas sobre el respeto del propio cuerpo y de los cuerpos de los otros,
En este período los chicos necesitan satisfacer libremente sus impulsos sexuales. Sin embargo, debemos cuidarnos de no sobreprotegerlos, no hiperestimularlos (por ej. durmiendo en nuestra cama con nosotros o permaneciendo desnudos ante ellos), dejarlos que sean ellos quienes regulen sus juegos sexuales, tampoco reprimirlos con castigos o amenazas, ni estimular conductas sexuales de una fase anterior (por ej. mantener el chupete o la mamadera después del año de edad).
Valorar todas las partes del cuerpo como bellas y agradables, manteniendo una actitud cariñosa y de equilibrado contacto les crea confianza y autoestima. En ese sentido, la actitud adulta ante el control de esfínteres es fundamental tanto para el buen aprendizaje como para las vivencias sexuales futuras. Una actitud escrupulosa, extremadamente represiva, con castigos o amenazas, o con gestos de asco o denigración producirá miedo, inhibición e inseguridad sobre sí mismo, su propio cuerpo y en la relación con los demás.
Lo mismo podemos decir con respecto a las actitudes adultas ante la exploración y estimulación que hacen los chicos de sus genitales o de su curiosidad hacia el cuerpo del otro. En esas situaciones es fundamental que los adultos les enseñemos la importancia de la intimidad, que existen conductas que se realizan fuera de la vista de los demás.
La negligencia de los adultos y las diversas formas de maltrato pueden dañar un diseño sano del mapa del amor, a través del abuso disciplinario, abuso físico, abuso sexual, catalogaciones arbitrarias (”macho, puto, rarito, machona, marica”), entre otros, dejando secuelas en la identidad sexual. Es necesario que los chicos sepan que deben cuidar su cuerpo de las conductas avasallantes de los adultos, que deben defenderse y negarse a ellas y denunciar a quien se las proponga. Debemos prevenir el abuso sexual.
El dormir en una habitación distinta de la de los padres, así como cerrar las puertas de las habitaciones permite al niño aprender la intimidad, a distinguir lo propio de lo ajeno y que estar solo no es peligroso; así como reconocer que sus padres son una pareja que se quieren además de ser sus padres.
Que los chicos vean a sus padres desnudos no es malo de por sí, pero requiere ciertos cuidados. A esta edad buscan ver el cuerpo adulto para conocerlo y compararlo con el suyo. Que lo vean en situaciones cotidianas como el vestirse o al levantarse les ayuda a aprender la espontaneidad de la desnudez. El cuidado es que no aparezca el cuerpo desnudo de manera forzada y exhibicionista o reaccionando con retos y escándalos si los adultos son sorprendidos. En el primer caso no aprenderá la importancia de la intimidad -además de sobrestimular sus impulsos sexuales-; en el segundo aprenderá que el cuerpo es algo vergonzante y misterioso.
La manera de relacionarse de los padres entre sí es un modelo que el niño aprende. Actitudes cariñosas o distantes, momentos propios o indiscriminación, el juego de roles femenino y masculino irán dejando matrices para sus futuras relaciones de pareja.
Incluso el status sexual familiar aclara o confunde. Por ejemplo, si la madre dice “papi” cuando llama a su marido o a su hijo o si los hijos llaman a los padres por su nombre en vez de decir “papá” o “mamá”.
En este período necesitan saber cómo es el cuerpo femenino y masculino, sus similitudes y diferencias y cómo nacen los bebés. Esperan nuestra respuesta.
En la segunda infancia la mayor capacidad de los chicos de conversar, investigar e intercambiar ideas nos permite comunicarnos intelectualmente y poner palabras a los sentimientos. No debemos olvidar que la evolución psicosexual sigue su camino y está presente cotidianamente en las preocupaciones de los chicos, por lo cual ellos continúan necesitando actitudes adultas similares a las de la fase anterior.
Podemos continuar nuestra tarea de prevención a las distintas formas de abuso infantil; informarles sobre en qué consisten la menstruación, las relaciones sexuales, el embarazo y el parto, cómo fue su propio nacimiento e iniciar la familiarización con los métodos de prevención de embarazos no deseados y de enfermedades transmisibles sexualmente. Es un momento propicio para la discusión sobre actitudes frente a las diferencias individuales, a las capacidades y discapacidades que todos tenemos, a la aceptación en la diferencia. Además de la familia, la escuela, las instituciones deportivas, las áreas de trabajo social y de salud son lugares posibles para comunicarnos con los chicos.
Durante la preadolescencia las actitudes de los adultos con respecto a la sexualidad se hacen totalmente evidentes para los chicos, pero lo básico ya ha sido transmitido en las edades anteriores, aún desde el silencio.
Ya desde los 9 años es importante que hablemos con ellos acerca de los cambios que se avecinan en ambos sexos, para disminuir su angustia, los miedos, la preocupación y las sorpresas desagradables.
Es conveniente que estimulemos la comunicación verbal con los chicos y encaremos los temas sexuales con ellos acerca de sus cambios, sensaciones y sentimientos. Lo ideal sería que los padres de ambos sexos -o los docentes- puedan y quieran hacerlo. En la realidad, suele suceder que se hace cargo el que se anima.
En este período los chicos necesitan:
§ Que les expliquemos claramente el proceso de menstruación, erección y eyaculación.
§ Que les adelantemos que aparecerán sensaciones corporales sexualmente agradables, y que, a veces, en sueños o tocándose experimentarán una fuerte oleada de sensaciones placenteras (orgasmo).
§ Que les expliquemos que los cambios en las niñas preceden a los de los varones, existiendo además variaciones individuales en los ritmos cronológicos de crecimiento.
§ Que les expliquemos acerca de los métodos anticonceptivos.
§ Que profundicemos en las enfermedades transmisibles sexualmente y su manera de prevenirlas.
§ Que consultemos al especialista si nos surgen dudas con respecto al desarrollo específico o a la manera de encarar las problemáticas habituales de esta etapa.
Ante la adolescencia de nuestros hijos y/o alumnos los adultos solemos revivir nuestra propia adolescencia y solemos intentar que repitan nuestra historia o que logren aquello que nosotros no pudimos. Tal vez lo más difícil para nosotros sea dejarlos ser y encontrar su propio camino, sin que ello signifique abandonarlos.
Los adultos nos enfrentamos con rivales fuertes y muchas veces negativos con respecto a la educación de los valores y la sexualidad de los adolescentes: los medios de comunicación, el grupo de pares y la propia rebeldía que tiende a desacreditarnos.
Sin embargo, los adolescentes nos necesitan para saber, para aclarar, para apoyarse en nosotros, para confiar. Necesitan aprender :
· Que el sexo no es un objeto de consumo rápido y descartable. El afecto es fundamental en el intercambio de placer.
· A no iniciar su vida sexual activa sólo por moda, por impulso o por seguir a su grupo y no pasar por tonto.
· A no adoptar compromisos por los que no puedan responder.
· Que existen otras conductas sexuales también gratificantes y que no tienen los riesgos del coito realizado con inmadurez e irresponsabilidad.
· A valorar el juego sexual aunque no lleguen al coito. Esta conducta incluida en el futuro como previa al coito es imprescindible para una vida sexual satisfactoria. La sexualidad placentera es m s que la gratificación genital.
· A no entrar en el comercio del sexo; la experiencia de la prostitución deja sabores amargos y muchas veces trastornos sexuales futuros.
· Que cuando decidan comenzar a ejercitar su sexualidad coital lo hagan con responsabilidad, cuidado y respeto hacia sí mismos y su pareja.
· Que en general la primera experiencia sexual no es muy satisfactoria, ya que el desconocimiento, el miedo, la vergüenza, la ansiedad no permiten entregarse a sentir realmente. No es preocupante, con cada nuevo encuentro sexual ir n aprendiendo a conocerse y conocer a su pareja y se irán sintiendo mejor.
· Acerca de los métodos anticonceptivos, las enfermedades transmisibles sexualmente, el embarazo adolescente y el aborto. Sus consecuencias y prevenciones.
· A pensar en conjunto qué es lo normal en sexualidad. Tema difícil de encarar, ya que lo normal dependerá de cada sociedad, de cada época histórica, de cada persona e incluso de cada momento vital de una misma persona. Podemos pensar sí en qué es aceptable en sexualidad: Todo aquello que sea realizado de común acuerdo, sin incluir menores, sin forzar ni violentar al otro, sin hacer daño físico o psíquico. Hasta un beso es anormal cuando no se lo desea.
RECORDEMOS: Así como está en nosotros la semilla de la vida, también lo está la semilla de la educación de nuestros hijos y alumnos. Al educarlos sexualmente desde una actitud positiva y conciente, los estamos educando para el amor, para un desarrollo sano de su personalidad y para el conocimiento y afirmación de sí mismo y de su relación con los demás. El permiso y la legitimación de sus cambios y necesidades no provoca excesos, sino que los alivia, les evita sentimientos de culpa y les facilita sentirse comprendidos y reconocidos.
5.- Y A LOS ADULTOS, ¿QUIEN NOS EDUCA?
La realidad nos muestra que la temática sexual es siempre abordada, conciente o inconcientemente, voluntaria o involuntariamente, en cada gesto, en cada palabra, en cada actitud adulta ante situaciones sexuales surgidas en la casa o en la escuela. Los padres y los docentes, quieran o no, positiva o negativamente, educan sexualmente. Así mismo lo hacen los amigos, los medios de comunicación, la sociedad toda. Esta es la Educación Sexual Informal o Socialización Sexual.
Educar es conducir, encaminar, dictaminar; es decir ubicar la información dentro de una escala de valores fundamentales, permitiendo la asunción libre y responsable de ciertas pautas de conducta a través del conocimiento de los modelos axiológicos para poder optar por distintas alternativas.
La Educación sexual es un proceso que clarifica, reafirma y promueve el intercambio de conocimientos e ideas acerca de actitudes, valores y comportamientos sexuales y relaciones. Permite el desarrollo personal e interpersonal maduro, responsable, equilibrado, autoconciente, saludable, libre, ético, con amor y bienestar personal, familiar y comunitario.
La Educación Sexual que se realiza voluntaria y concientemente sobre las personas puede ser formal o No formal. Formal es la que se ejerce mediante acciones integradas a la currícula escolar. No formales la que se lleva a cabo a instancias de las demandas espontáneas que surgen en los distintos grupos humanos: colegios, instituciones deportivas, barriales, grupos de estudio, otros.
Aunque la acción educativa de la familia es primordial, no podemos dejar de reconocer que está inmersa en una particular escala de valores propia de su organización interna. Sabemos, además, que en muchos casos la función familiar no se halla desarrollada de manera adecuada. Brindar otras alternativas educativas colabora con la posibilidad de que las personas puedan integrarse entre sí atravesando estructuras rígidas que sólo permiten el aislamiento. Ante situaciones sexuales planteadas por los chicos, los adultos suelen asumir actitudes distorsionadas por mitos, miedos y prejuicios que sólo los llevan a defenderse desde la parálisis o la negación.
Para una Educación Sexual eficaz de los niños es necesario que los adultos rehagan totalmente su propia Educación Sexual. Este proceso de revisión personal les permitir aliviarse y preservar la propia salud emocional y sexual.
Para que esto sea posible los adultos necesitan CAPACITARSE. En un contexto de crecimiento, contención y reflexión compartida podrán revisar su formación personal, sus preconceptos, temores y desinformación.
6.- LA ESCUELA COMO MOTOR DE CAMBIO:
Todo proceso educativo se genera en diversos ámbitos sociales, pero la Escuela es fundamental en sus efectos sobre la comunidad. Influye, directa o indirectamente, voluntaria o involuntariamente, en la vida individual y social de las personas: informa, promueve valores, modelos, estilos de vida, muchas veces contradictorios entre sí.
Es imprescindible que la Escuela asuma un rol conciente, voluntario y directo en la promoción de la salud en general y de la salud sexual en particular: dando información veraz, clara y precisa, ayudando a repensar los sistemas de valores propios y promoviendo la responsabilidad y la solidaridad.
Por ello, implementar formalmente la Educación Sexual en todos los niveles educativos permitiría hacer una Educación Sexual planificada metodológicamente, con la intencionalidad de un cambio positivo y que abarque a la comunidad en su totalidad (docentes, padres y alumnos) promoviendo la prevención de enfermedades físicas, emocionales y sociales.
El Objetivo Principal es que cada persona (docente, padre y alumno) integre de un modo armónico y positivo su dimensión sexual dentro del conjunto de su personalidad y de sus relaciones, y que ésta sea un factor de crecimiento, maduración y bienestar. Es decir, prevenir la enfermedad y promocionar la salud.
Los Objetivos Generales incluyen la adquisición de conocimientos, el estímulo de la solidaridad, el respeto y el afecto, la estructuración sana de la identidad, la formación de un Sistema de Valores sexuales que permita la libertad y la coherencia.
Los Objetivos Específicos serán delineados de acuerdo a las edades, desde el Jardín de Infantes hasta el último año de la Escuela secundaria. Así mismo, los niveles Terciarios y Universitarios de las Carreras de la Salud, la Educación y las Ciencias Sociales también deberían incluir en sus Programas la temática de la Sexualidad.
Valores a considerar para llevar adelante una correcta Educación Sexual :
· amor a la vida.
· aprecio, respeto y amor del propio cuerpo.
· respeto por cualquier persona sean cuales fueren sus características físicas o sus orientaciones sexuales.
· búsqueda y aceptación de la propia identidad y de los roles que dependen de la misma.
· respeto a la libertad.
· sentido de la responsabilidad en la actividad sexual.
· sentido del amor en su desarrollo físico y espiritual.
· sentido e importancia del placer.
· sentido del compartir y del compromiso mutuo en la pareja.
· igualdad de todas las personas, independientemente de su sexo.
· aprecio de la riqueza y del misterio de la sexualidad, fuerza dinámica de encuentro.
· apertura a la interioridad que revela la profundidad de la existencia humana.
· gusto por el dominio de sí mismo y capacidad de elegir, entre los diversos impulsos, los que son compatibles con el desarrollo de la propia personalidad.
Muchas veces los especialistas nos chocamos con la realidad cuando presentamos nuestros Proyectos en Educación Sexual:
§ Negativas manifiestas (porque se fomentaría el libertinaje, la práctica desordenada e irresponsable de la sexualidad).
§ Negativas que nunca llegan a explicitarse.
§ Aceptaciones que tardan en implementarse o no se implementan nunca (por motivos económicos, porque los docentes no quieren ocupar su tiempo libre en capacitación o porque no se encuentra el tiempo dentro del horario escolar).
§ Discusiones permanentes en los niveles de decisión acerca de si realizar o no la actividad.
§ Aceptación solamente de una charla informativa biológica, dirigida a los alumnos, en la que los docentes muchas veces no participan.
Los proyectos que se van llevando a cabo, son proyectos de Educación Sexual NO Formal, que se implementan en algunas escuelas “progresistas”, donde los directivos se interesan por el tema. Este tipo de actividades, dirigidas a los alumnos, los docentes o los padres, son esporádicas y duran un tiempo determinado; cuánto dura su efecto? La respuesta dependerá de la individualidad de cada padre, docente o alumno. De lo que cada uno se haya movilizado o no para continuar trabajando el tema.
En este sentido, los docentes se encuentran entrampados por su responsabilidad civil ante los efectos en los chicos producidos por su accionar y por las actitudes contradictorias de muchos padres que, por un lado depositan en los maestros la educación “integral” de sus hijos, pero, por otro lado dificultan u obstaculizan su tarea concreta.
Por ello, es necesario cortar el círculo vicioso de parálisis, resignación e inoperancia. Aunque resuene utópico, paulatinamente, paso a paso, lo podremos ir haciendo posible.
La decisión política efectiva de producir el cambio en las estructuras educativas y de salud permitirían una Educación Sexual eficaz de toda la comunidad en los diversos ámbitos y niveles educativos o sanitarios.
7.- CONCLUSIONES FINALES:
La implementación de la Educación Sexual encuentra su marco ideológico en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, tanto en sus indicaciones de establecer Programas Sociales de prevención y tratamiento, como en su texto general y en los artículos que mencionan los derechos del niño a la identidad, a la salud y a la educación, asegurando su cuidado, protección y bienestar, con un desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social.
La ETICA, el AMOR y la NO DISCRIMINACION son el hilo conductor de una adecuada Educación Sexual.
El saber sexual es liberador. Lograrlo y mantenerlo disminuir la problemática sexual de nuestro tiempo, pues la sexualidad se volverá más libre. Libre en el sentido de responsable y respetuosa.
Habrá de cambiar el signo que promueve las actividades sexuales: de la irresponsabilidad y la compulsión actuales se podrá pasar a la responsabilidad libre y respetuosa.
La tarea preventiva con niños y adolescentes no culmina con ellos, ya que hacerla extensiva a los adultos responsables, a los convivientes y a quienes tienen funciones educativas y sanitarias permite multiplicar el esfuerzo, reforzar la tarea realizada con los menores y transformarlos en agentes de cambio. ASI, EL CIRCULO VICIOSO PODRA SER CORTADO.
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- Martínez Verdier, Virginia; Fernández, Gloria; Seglin, Carlos A. Educación para el amor y la salud sexual: Porqué, para qué, cómo, cuándo y dónde. Jornada Implicancia de la sexualidad en el trabajo con menores. Consejo Nacional del Menor y la Familia. Bs.As. 1996.
- Pomiés, J. y Entel, A. La educación sexual de 0 a 18 años. Ed. Vivir. Bs.As. 1986
Lic. Virginia Martínez Verdier:
Psicóloga UBA. Especialista en Sexología Clínica y Educación Sexual (acreditada por la Federación Latinoamericana de Sociedades de Sexología y Educación Sexual). Periodista científica. Presidente de SEXSALUD, Asociación Multidisciplinaria para la salud y la sexualidad.Secretaria General de la Federación Sexológica Argentina. Co-Directora del Programa de Formación en Sexología Clínica y Educativa, Universidad de Flores. Directora del Departamento de Sexología y Educación Sexual de la Asociación de Psicólogos de Bs. As. Miembro Fundador de la Asociación Latinoamericana de Psicólogos Sexólogos. Miembro individual de la Asociación Mundial de Sexología. Ex Presidente de la Asociación Argentina de Sexualidad Humana.Directora de www.sexuar.com,ar, espacio educativo en sexualidad.